Oporto es una ciudad cuyo encanto reside en gran parte en esa especie de paisaje urbano decadente con las fachadas desconchadas y colores vivos que han ido perdiendo su intensidad con el paso del tiempo. Los edificios deteriorados se entremezclan con palacios señoriales y majestuosas iglesias, escondidas entre callejuelas en las que la vida diaria sigue fluyendo a pesar de haberse convertido en un destino popular. Si además el cielo amanece encapotado, diría que esa melancolía tan propia de Portugal puede verse acentuada. Y si llueve, es preferible no desesperar y tratar de disfrutar al máximo de la ciudad. Porque también hay cosas que ver y hacer en Oporto en un día de lluvia y saudade.
Oporto es uno de esos destinos en los que el turismo ha vivido una importante explosión en los últimos años, quizá como alternativa a la saturación de otras ciudades como Lisboa. Diría incluso que, como en tantos otros sitios, este lugar podría correr el riesgo de perder su gracia, que se basa en la autenticidad de su vida diaria.
Aunque la afluencia de turistas es palpable en la ciudad, la sensación que le queda a uno es que a pesar de las muchas visitas sus barrios no han quedado vacíos de vecinos y que en sus calles no ha desaparecido la vida propia. No al menos del todo. Aunque el efecto del turismo es notable en los establecimientos, Oporto aún conserva bastantes comercios de los de toda la vida. Y este equilibrio sin duda es uno de los pilares del encanto de una ciudad, así en Oporto como en París. Vaya por delante que mi afirmación se basa solo en la impresión personal tras una visita que realicé en primavera. Habrá que ver cómo se pone la cosa en temporada alta.
Soy de los que defienden que la meteorología es un factor inherente a los viajes y por tanto hay que saber disfrutar de lo que te toca en cada momento, adaptándote a las circunstancias climáticas. De hecho, hay destinos que para mí tienen más encanto dependiendo de la temporada, ya sea durante el frío invierno, la lluviosa primavera, el soleado verano o el cambiante otoño. Y creo que Oporto es uno de esos sitios donde el encanto de su saudade puede verse alimentado si se visita en un día de lluvia como el que nos tocó a nosotros. Entre otras cosas, porque no nos quedó otro remedio. ;)
Por una parte, y sin querer desmerecer a los días soleados, ese paisaje urbano que lo hace tan especial se ve intensificado bajo el cielo plomizo. Perderse por sus callejuelas paraguas en mano en busca de un techo bajo el que guarecerse puede parecer a priori un plan extraño. Pero también se puede convertir en un divertido juego para descubrir rincones interesantes con una sola condición: Qué estén bajo techo. Por esta razón, hoy proponemos ocho cosas que ver y hacer en Oporto para refugiarse en un día lluvia y conocer la ciudad y sus rincones desde dentro. Digo desde dentro, porque fuera caen chuzos de punta.
LA LIBRERÍA LELLO
Qué mejor que una librería para perderse por sus estantes y hojear algunos libros mientras en el exterior cae un chaparrón de los de órdago. Considerada una de las librerías más bellas del mundo por diferentes autores, la Librería Lello de Oporto es sin duda uno de los atractivos turísticos más conocidos de la ciudad. Tanto por su belleza como por las numerosas menciones que ha cosechado en publicaciones de proyección internacional. Está ubicado en un edificio diseñado según el proyecto del ingeniero Xavier Esteves, y es uno de los ejemplos más representativos del neogótico de Oporto.
La Librería Lello (Livraria Lello en portugués) es también conocida como Librería Lello e Irmão, una empresa fundada en 1869 como bajo el nombre «Librería Internacional de Ernesto Chardron». El edificio que actualmente alberga la librería fue inaugurado en 1906 con la presencia de numerosas personalidades de la literatura portuguesa, políticos y artistas. Si se observa el suelo de la misma, aún se pueden ver los raíles sobre los que se deslizaba el carro con el que se transportaban los libros.
La librería fue sometida a una importante modernización y restaurada en 1995, año en el que se crearon nuevos espacios como la galería de arte y de tertulia, que se ha convertido en un importante punto de encuentro cultural de Oporto. Desde 2015 es necesario pagar una entrada de 3 euros para poder entrar, ya que recibe una media de 3.000 visitas al día. Si se compra un libro el importe de la entrada se descuenta del precio. Desde entonces las ventas de la librería Lello se han triplicado, y el dinero recaudado ha servido entre otras cosas para la restauración de la fachada y la vidriera interior. Está ubicado en la Rua das Carmelitas 144.
La escritora J.K. Rowling debió inspirarse en la librería Lello mientras vivió en Oporto para describir la librería Flourish & Blotts de las famosas novelas de Harry Potter. Se dice que algunas de las páginas de su exitosa obra las escribió en el Majestic Café. Si bien se ha asegurado que algunas de las escenas de las películas de Harry Potter (las de la citada librería del Callejón Diagon) se han rodado en este lugar, se trata solo de un rumor que ha alcanzado difusión incluso en la prensa tradicional (dejemos de lado lo de «seria»). Harry Potter nunca estuvo allí, aunque el lugar sí ha sido utilizado para presentaciones de las obras de Rowling.
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EL MERCADO DE BOLHÃO
El Mercado de Bolhão en Oporto (en portugués, «Mercado do Bolhão«) es uno de los mercados de abastos más emblemáticos de la ciudad. Se trata de un mercado con una plaza a cielo abierto enmarcada dentro un edificio de arquitectura neoclásica, con cuatro entradas principales que dan acceso a los dos pisos en los que se distribuyen los puestos de los vendedores. Desde la puerta Sur de la calle Rua de Santa Catarina se accede al piso inferior, mientras que la Norte (por la calle Alexandre Braga) da al piso de arriba. Las entradas laterales de Fernandes Tomás y Rua Formosa dan paso a una zona intermedia conectada con ambas plantas.
Los orígenes del Mercado do Bolhão se remontan a mediadios del siglo XIX. Por aquel entonces, la zona en la que se encontraba el actual mercado era un enorme barrizal atravesado por un riachuelo que anegaba el solar. Con objeto de reformar la zona y dotar a la ciudad de un nuevo mercado, el Congreso de los Diputados ordenó construir una plaza en 1839. La balsa de agua que se formaba en aquel barrizal era conocida coloquialmente como «bolha de água» , y de ahí le vino el nombre al nuevo Mercado do Bolhão.
El Mercado de Bolhão está abierto de lunes a viernes entre las 7:00 y las 17:00 y los sábados de 7.00 a 13:00. Es un mercado tradicional, en el que abundan fruterías, carnicerías, pescaderías, charcuterías, floristerías y otros puestos con productos frescos organizados en secciones especializadas. Tanto en la planta baja como en la primera hay un par de bares en los que se pueden picar una sardinas o un bocadillo de pernil. Además del propio mercado, en el exterior del edificio siguen funcionando bastantes comercios clásicos como confiterías, cafeterías, perfumerías y mercerías.
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EL VIEJO TRANVÍA DE OPORTO
Siempre que se habla de las ciudades de Portugal como Oporto o Lisboa nos viene la imagen de un tranvía de madera subiendo por una empinada cuesta. Estos simpáticos trenecillos, supervivientes de un sistema de transporte del pasado, siguen utilizándose regularmente o para fines turísticos. En Oporto el tranvía moderno convive con el clásico Eléctricos no Porto, inaugurado en 1895 y del que aún se conservan tres líneas. Una oportunidad inmejorable para ponerse a cubierto sin renunciar a conocer la ciudad de Oporto en un día de lluvia.
Nombre | Línea | Trayecto |
---|---|---|
Linha da Marginal | 1 | Passeio Alegre – Infante |
Linha da Restauração | 18 | Massarelos – Carmo |
Linha da Baixa | 22 | Carmo – Batalh |
Las tres líneas se han mantenido para darle un uso principalmente turístico bajo el nombre de Porto Tram City Tour, pues permiten visitar diferentes zonas de la ciudad. La línea 1 ofrece un recorrido a lo largo de la ribera del Duero hasta su desembocadura, mientras que la 18 puede ser práctica para llegar a las playas de Foz de Douro. La línea 22 del tranvía de Oporto realiza un recorrido circular por el centro que permite hacerse una composición de lugar. Los tranvías de Oporto circulan todos los días en horario de 8:00 a 20:55. El billete sencillo cuesta 2,5 € y el bono de 24 horas 8 € para los adultos y 5 € hasta los 12 años.
LA TORRE DE LOS CLÉRIGOS
El cuarto refugio que proponemos para guarecerse de la lluvia en Oporto es un rincón que se eleva por encima de los 75 metros del suelo del casco antiguo. Se llama la Torre de los Clérigos y es parte de la iglesia barroca que lleva el mismo nombre. Se puede ascender a la cúspide a través de los más de 240 peldaños de sus escaleras de granito. La entrada a la iglesia es gratuita, pero para subir a la torre hay que abonar la entrada (4 €).
La torre se construyó junto con la iglesia entre 1754 y 1763 a instancias de la Hermandad de los Clérigos Pobres y también albergó una enfermería. Inicialmente estaba previsto erigir dos torres, pero la segunda nunca fue construida. Durante muchos años la Torre de los Clérigos fue el edificio más elevado de Portugal, y actualmente constituye otro de los atractivos turísticos más concurridos de la ciudad, principalmente por las privilegiadas vistas que se pueden disfrutar desde lo alto.
Ya sea por la lluvia o por la afluencia de turistas, subir a la Torre de los Clérigos puede resultar un poco tedioso por la cola que se suele formar. Sin embargo, la espera merece la pena para poder contemplar las que se consideran las mejores vistas panorámicas de Oporto. La torre es visible desde muchas partes de la ciudad, razón por la que antaño sirvió como referencia de los barcos que navegaban por el río Duero cerca de Oporto.
ESTACIÓN DE TREN DE SAN BENTO
La Estación de Tren Porto-São Bento es una estación de tren localizada en la Praça de Almeida Garrett, en un edificio de influencia francesa que constituye uno de los monumentos arquitectónicos mas importantes de principios del siglo XX en Oporto. A pesar de la belleza exterior de la estación, el tesoro más importante de este edificio se encuentra en el interior. Se trata de un vestíbulo decorado con varios murales que contienen más de 20.000 azulejos pintados por el artista Jorge Cola Colaço. Los murales representan escenas históricas y costumbristas del Norte de Portugal.
El primer tren llegó a esta estación en 1896, pero no fue oficialmente inaugurado hasta 1916. Los murales, por su parte, fueron instalados entre 1905 y 1906, y son la razón principal por la que la estación también es considerada una de las más bonitas del mundo. El edificio se levantó sobre las ruinas del antiguo Convento de São Bento, del que tomó el nombre la nueva estación de tren de Oporto.
LA FRANCESINHA
Hacer una parada tomarse un tentempié es siempre una buena idea, más aún si llueve a cántaros. En este caso, el bocado que os proponemos va más allá de un mero piscolabis. Es un platazo en toda regla de los que llenan solo con verlo. Se llama francesinha y se podría considerar «un sandwich con todo»: Rebanadas gruesas de pan de molde tostadas rellenas con jamón cocido, chipolata (una especie de salchicha), mortadela y un filete de ternera (a veces de cerdo), todo ello cubierto con lonchas de queso gratinado, antes de servirlo acompañado de patatas fritas y rodeado de una espesa salsa caliente elaborada a partir de cerveza, tomate y picante. Para rematar la faena, en algunos casos se corona con un huevo frito.
El precio de la francesinha puede variar bastante dependiendo del caché del restaurante. El sitio más conocido para comer una francesinha es el Majestic Cafe, una elegante cafetería con reminiscencias de la Belle Époque. Pero probablemente también el más caro: Unos 20 €. Prácticamente todas las cafeterías, bares y restaurantes de la zona sirven el afamado bocadote, empezando más o menos desde los 8 €. Nosotros habíamos leído una recomendación y pudimos saciar nuestra curiosidad por un precio intermedio de unos 12 euros en el Café Santiago.
Según cuenta la historia, que como pasa con casi todos los orígenes de los platos gastronómicos alguien ha puesto en cuestión, la francesinha fue un invento de Daniel David Silva, un cocinero de Oporto que había emigrado a Francia. A su vuelta, en la década de 1950, trabajó en el restaurante A Regaleira de Oporto. Y fue allí donde decidió hacer una adaptación del sandwich más conocido de Francia al paladar portuense, el «Croque Monsieur». Al parecer, los portugueses estaban acostumbrados a comidas sabrosas, contundentes y calientes, por lo que terminó de añadirle esa salsa que, dicen, es la esencia de cualquier francesinha.
Y vaya si acertó con el invento, pues si bien el sandwich es muy popular entre los locales, a mí me resultó un poco pesado y algo fuerte incluso para el almuerzo. Debe ser que como buen donostiarra soy un poco afrancesado… Pero igual que ocurre con tantas otras cosas, para opinar primero hay que probar, aunque sea una vez en la vida. Solo por eso la experiencia lo merece. Desde que Aol Travel lo declaró como uno de los mejores sandwiches del mundo, la francesinha causa furor entre los incautos turistas como yo, que terminan metiéndose entre pecho y espalda platos como los de la foto.
EL TELEFÉRICO DE GAIA
Vila Nova de Gaia es la localidad que está justo al otro lado de la ribera del Duero, en la margen izquierda. Curiosamente, es donde se encuentran la mayoría de las bodegas del vino de Oporto. Pasar de una orilla a otra del río es algo que hacen prácticamente todos los turistas que llegan a Oporto, por lo que se nota cierta adaptación del entorno para recibir a los visitantes. Según te vas alejando de los principales accesos, esta sensación se va desvaneciendo.
Si nada más llegar a Vila Nova de Gaia resulta que rompe a llover, puedes optar por meterte en una bodega de Oporto para conocer mejor su elaboración y entrar en calor, por fuera y por dentro. Otra opción es coger el Teleférico de Gaia para subir a la colina conocida como Serra do Pilar. Desde allí se puede visitar el monasterio que lleva su nombre y el Parque do Morro, o disfrutar de las vistas que ofrecen los diferentes miradores.
El Teleférico de Vila Nova de Gaia une la plaza Super Bock de Cais de Gaia con el Jardim do Morro a lo largo de 560 metros, y fue puesto en marcha en 2011. El precio del ticket ordinario es de 3 €, aunque hay planes para familias, bonos mensuales y tarjetas recargables. Los horarios del Teleférico de Gaia dependen de la temporada.
Horario de verano | Horario intermedio | Horario de invierno |
---|---|---|
Del 16/04 al 24/09 | Del 23/03 al 25/04 y del 25/09 – 24/10 |
Del 25/10 al 23/03 |
De 10:00 a 20:00 | De 10:00 a 19:00 | De 10:00 a 18:00 |
LOS PASTELES DE BELÉM
Como hemos quedado en que la lluvia no nos amarga el día, tampoco nos lo va a amargar un dulce. Así que la última opción que proponemos para hacer en Oporto en un día de lluvia es entrar en cualquiera de las pastelerías clásicas de la ciudad para observar estos auténticos museos vivos de la confitería. Y de paso estar durante un rato bajo techo… En lo que a los dulces se refiere, la reina de Portugal es conocida como pastel de nata o pastel de Belém, que paradójicamente no están rellenos de nata sino de crema.
Los pastéis de Belem son unas tartaletas de hojaldre y crema que se elaboran en base a una receta considerada secreta, que no ha sido desvelada durante más de 200 años. Se dice que solo tres personas la conocen, al estilo de la fórmula de la Coca-Cola, y esas tres personas deben ser de la pastelería de Lisboa que da nombre a este pequeño manjar. Tanto la pasta para la base como la crema se elaboran a puerta cerrada en la llamada «oficina del secreto» en un proceso que se prolonga durante dos días.
Si bien el lugar ideal para comer los pasteles de Belém es Lisboa, de donde son originarios, estos pastelitos se pueden encontrar en confiterías de toda Portugal, y también fuera del país. En nuestro caso, seleccionamos la Confeitaria do Bolhão de Oporto, un establecimiento con mucha solera fundado en 1896 perfecto para zamparse unos pasteles de Belém.
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