Podía haber dicho que bien vale una misa, o mejor un adhan, una llamada a la oración desde sus minaretes. Pero lo que Granada de verdad merece es tomarse un té verde a la hierbabuena con mucho azúcar, y ese té se toma en el barrio del Albaicín. Es la excusa perfecta para adentrase en la historia de esta ciudad que te sumerge, a ratos, en otro tiempo e incluso, quizá, en otras culturas. El evidente legado de su pasado persiste en Granada más allá de los monumentos, y se respira a cada paso por las calles del Albaicín. Desde lo alto de su colina se divisa majestuosa la Alhambra, que se levanta casi hasta rozar las densas nubes que la sobrevuelan al atardecer. (más…)
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