Existe un fiordo en Noruega llamado Valsøyfjord, en la comuna de Halsa, donde sus habitantes se afanan en mantener las tradiciones locales. Una de ellas se llama Halsabrura, y es la réplica de una embarcación tradicional. Su nombre significa literalmente la «novia de Halsa», pues hasta el siglo XIX estos barcos fueron utilizados para acudir los domingos a la iglesia, y también para transportar a las novias el día de su boda. Hoy en día ofrecen la posibilidad de embarcarse en un kyrkjebåt para remar hasta la isla de Valsøya, ganarse la cena y el alojamiento que allí esperan, conocer algunas viejas costumbres y de paso sentirse noruego por un día. Una de las actividades más auténticas que hacer en Noruega.
SER O NO SER VIKINGO
Un par de jóvenes noruegos nos acompaña en una conversación de bar al filo de la media noche. Animados por alguna que otra cerveza, discuten sobre su condición de noruegos y llegan a la conclusión de que en el fondo, todo se reduce a ser o no ser vikingo. La conversación se prolonga sin peligro de trasnochar, pues aunque a buen seguro regresarán a casa bien entrada la madrugada, por estas fechas la noche no acaba de llegar a Noruega.
A pesar de declararse como tal y de preservar un arraigo identitario muy fuerte hacia la cultura vikinga, afortunadamente los noruegos de hoy en día son mucho más pacíficos que lo que nos han contado las sagas, la literatura y el cine. Supongo que igual que la pobreza les llevó a explorar, saquear y conquistar tierras más prósperas, su riqueza actual habrá ayudado a apaciguar los ánimos y la bravura que se les atribuye. Porque en esencia, los habitantes de Noruega son gente sencilla y amable, con un importante pasado y presente granjero y pescador, aunque con un alto poder adquisitivo y nivel de vida. En gran parte, esta riqueza es consecuencia del petróleo que les ayudó a dejar de ser uno de los países más pobres de Europa para convertirse en uno de los más avanzados.
Todo esto se nota no solo en la sociedad y en la cultura, sino en cómo gestionan esa riqueza: Una red de infraestructuras impresionante que se adapta a la complicada orografía del país, inversión en otras áreas del desarrollo económico y social, explotación sostenible de los recursos naturales, una tasa de paro prácticamente inexistente y otros índices sociales acreditan la gestión eficiente de la riqueza con la que ha sido agraciada esta tierra de fiordos, lagos y montañas. Pero como en todos los sitios, y a pesar de ser un modelo de desarrollo social, en Noruega también cuecen habas, y de hecho el petróleo es una cuestión política candente que ha estado muy presente en las recientes elecciones de Noruega.
Cuando se viaja a Noruega, no es difícil contagiarse de sus valores culturales, como el respeto por la naturaleza, la pasión por las actividades al aire libre, la conexión con su pasado e incluso la permanencia de símbolos y divinidades precristianas. No en vano los trolls y otros seres mitológicos se aparecen en cualquier rincón de Noruega cuando uno menos se lo espera, como reminiscencia de su pasado pagano.
En el fiordo de Valsøyfjord sus habitantes se han empeñado en preservar las antiguas tradiciones de la vida Noruega. Y no solo eso, también ofrecen a los turistas la posibilidad de introducirse a golpe de remo en sus costumbres, a bordo de esa especie de trainera nupcial que se llama Halsabrura. Es la réplica de una embarcación dl sigo XIX. Obviamente no es un drakkar, e ir a la iglesia no parece encajar en nuestro estereotipo de vikingo, pese a que no tardaron en ser cristianizados. Lo que sí es antoja 100% vikingo es el hecho de remar en un lugar llamado Valsøyfjord, una de las actividades más auténticas que hacer en Noruega.
REMAR POR LAS TRADICIONES DE NORUEGA
Llegamos a Otnesbrygga, el antiguo puerto de Otnes y centro histórico de Valsøyfjord. Forma parte de la comuna de Halsa, en el condado de Møre og Romsdal. En el embarcadero de la bahía de Otnesbuka, construido en 1897, permanecen amarrados diferentes barcos tradicionales noruegos. Entre ellos, uno que se llama Halsabrura. Es un kyrkjebåt o «bote de iglesia», una especie de transporte público del siglo XIX para ir a misa. Pronto tendremos ocasión de conocer de cerca a «la novia de Halsa».
Nos reciben Bjørn Fjærli y Hildur Hestnes. El primero hará las veces de capitán y ella, de manera casi accidental, las veces de novia ficticia. Al menos para la fotografía que ilustra este relato. En honor a la verdad, hay que decir que esta vez la prometida remó con más brío que cualquiera de nosotros, remeros por accidente. Si la llegada de la novia al altar dependiera de nuestra coordinación a los remos, a buen seguro hubiera llegado tarde como manda la tradición.
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Afortunadamente nosotros solo teníamos que ganarnos la cena que nos esperaba al otro lado del fiordo, en la isla de Valsøya. Algo que nos dejaron claro desde el principio. Para comer, había que remar. Tras recibir instrucciones y algunas explicaciones en una pequeña cafetería-museo que hay en Otnesbrygga, nos calzamos los chalecos para embarcarnos en el kyrkjebåt llamado Halsabrura.
El embarcadero de Otnes fue importante punto comercial de Valsøyfjord en el siglo XIX. Hubo un tiempo en el que las mercancías se descargaban en este puerto y se comerciaba con ellas en los edificios de Otnesbrygga. Hoy en día las antiguas instalaciones han sido reformadas, pero preservan su aspecto original y son parte importante del patrimonio histórico de la zona. Además de ofrecer amarres para el turismo náutico, en verano se celebran regatas a remo y a vela, se llevan a cabo eventos culturales y permanecen abiertas una cafetería y una tienda.
MUSEO DE EMBARCACIONES TRADICIONALES
Halsabrura, como ya hemos adelantado, significa «La novia de Halsa», y es el nombre que le dieron a la réplica de un antiguo geitbåt que se utilizó como kyrkjebåt en el siglo XIX. El original, del que se han hecho dos copias, se llamaba Fjordamerra. Fue construido en 1843 probablemente en Valsøyfjord, aunque operó para la iglesia de Årvågsfjorden. En Halsa existió otro «bote de iglesia» de la misma época llamado Botnabrura, nombre del que proviene el actual Halsabrura.
Un geitbåt es un tipo de embarcación tradicional de Noruega, independientemente de que se utilice como «bote de iglesia» o no. Existen de muy diversos tipos y tamaños, y se construyeron principalmente en Nordmøre, una región que llegó a constituirse como reino en la Era Vikinga. Geitbåt significa «barco cabra«(en inglés, goatboat) y hace referencia a la destreza con la que este tipo de barcos se desliza sobre las olas, al igual que una cabra lo hace por las rocas.
Todas estas embarcaciones, incluidos muchos geitbåt originales, se conservan en el museo Geitbåtmuseet, a unos 5 kilómetros de Otnesbrygga. Forma parte del Nordmøre Museum, cuya sede principal se encuentra en Kristiansund. Algunas de las réplicas sirven para vivir de primera mano la sensación de remar en uno de estos botes, igual que lo hacían hace cien años. Porque cabe recordar que por aquel entonces en Noruega no contaban con la infraestructura que tienen actualmente, y moverse de una orilla a otra de los fiordos era más difícil que es ahora. Con la tradición marinera que caracteriza a Noruega, no es de extrañar que los barcos a remo constituyeran una forma importante de transporte en los fiordos noruegos.
Ya en el puerto, mientras amarramos el Halsabrura, aprovecho para comentarle a nuestro capitán que en el País Vasco hay una importante tradición remera. Le enseño en el móvil un vídeo de la regata de la Bandera de la Concha que le deja impresionado. Le hablo también de algunos proyectos donde se construyen y mantienen embarcaciones tradicionales vascas, como la Factoría Albaola de Pasaia, que viene a ser algo así como el hermano vasco del Geitbåtmuseet. Y me despido hasta la próxima, al tiempo que el olor de la cena comienza a llamar a mis puertas nasales.
LAS CASAS TRADICIONALES DE VALSØYTUNET
Llegamos a Valsøya, una isla en medio del fiordo con un pequeño embarcadero. Allí nos esperan Magny Strand y Ragnar Krogstad, quienes regentan un complejo turístico muy peculiar llamado Valsøytunet. Ofrecen servicios de camping y caravaning, así como otros tipos de alojamiento como cabañas. Cuentan con un restaurante y organizan actividades de pesca, senderismo, piragüismo y paseos en embarcaciones tradicionales y modernas. Valsøya está conectada al continente con varios puentes, lo que permite llegar hasta allí por carretera. Sin embargo, la forma más satisfactoria de alcanzar la isla es sin duda remando en el Halsabrura.
El complejo turístico de Valsøytunet está construido sobre una filosofía muy especial. Magny, el alma de este lugar y su principal impulsora, se empeñó en recuperar y conservar algunas casas tradicionales noruegas del siglo XIX para que fueran rehabilitadas y utilizadas en Valsøytunet. No solo eso, en algunos casos tuvo que recuperar las casas en otros puntos de la geografía noruega y las transportó de una pieza a su actual ubicación. Allí fueron acondicionadas y hoy en día albergan las instalaciones turísticas. Una tarea titánica que quedó plasmada en un vídeo en el que se puede ver cómo transportaron los edificios a la isla.
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El alojamiento más popular para dormir en Valsøya son sus cabañas, desde cuyo pequeño porche uno puede amanecer disfrutando de las vistas sobre el fiordo. Pero si se quiere dormir todavía más cerca del mar, hay una pequeña casita, un palafito cuyos pilares se sumergen en aguas del fiordo. Cuenta con una habitación, sala de estar, cocina y baño. En Valsøytunet también hay un restaurante en el que sirven, entre otros, un rico plato tradicional de bacalao y unas buenas cervezas artesanas locales.
EL PATRÓN MÁS TRICOTADO DE NORUEGA
De camino a casa, llego en tren al aeropuerto de Oslo, donde me esperan un par de horas hasta embarcar, algunas compras de última hora y un pequeño retraso en mi vuelo. Antes de cruzar la línea de seguridad, un apuesto joven me interpela mientras arrastro el trolley por la terminal. Me habla en noruego, y le indico amablemente que no hablo su idioma, a lo que me responde en inglés:
“Oh, sorry… I thought you were Norwegian”.
Supongo que el joven trataba de vender algún producto bancario, quizá telefónico, pero al comprobar que no era de allí me dejó ir entre disculpas. Sorprendido, seguí mi camino hacia el control de seguridad. La verdad es que no cumplo en absoluto con el estereotipo de noruego. Pensativo, me dije a mí mismo que quizá fuera cierto que la experiencia en Valsøyfjord nos haría sentir un poco más noruegos, aunque fuera solo por un día.
Un padre con toda la pinta de primerizo, entre ilusionado e indeciso, ojea los souvenirs para bebés en una una de las tiendas del aeropuerto. Notablemente inexperto, se decide finalmente por una prenda de lana fina, y se dirige hacia su puerta de embarque. Lo que todavía no sabe es que en la bolsa lleva un body con el patrón de punto más famoso de Noruega. Se trata de uno de los símbolos más representativos del amor por la naturaleza del país, conocido como patrón Marius y protegido desde 1953. Quién sabe, quizá transmita los valores que representa al bebé que lo llevará en sus primeros meses de vida.
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