Había estado en un par de ocasiones en Londres, pero el hecho de viajar por trabajo no me permitió ejercer de turista. Siempre fue un viaje deseado, del que había oído hablar mucho, por ser un destino obligado que casi todo universitario de mi entorno ya había visitado. Uno de esos viajes pendientes que, pese a la cercanía, por alguna razón no tuve ocasión de realizar hasta bien entrada la treintena. Fue entonces cuando descubrí el afamado mercado de Camden Town y otros mercados y mercadillos de Londres como el de Brick Lane, el de Greenwich o el de Portobello.
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