El reglamento marítimo dicta que cuando se navega por aguas de un país, debe izarse a estribor la bandera nacional correspondiente, mientras que la propia ha de ondear siempre a popa. Esto es relativamente sencillo cuando se realiza un crucero por aguas de un solo país, pero puede llegar a ser motivo de conflicto si uno no se entera de que ya no está en Turquía sino en Grecia, más aún teniendo en cuenta las históricas disputas entre ambas naciones.
En algunas cartas náuticas las aguas de cada país suelen estar delimitadas, pero cuando uno está de vacaciones, disfrutando de un sol espléndido y con la única preocupación de buscar una cala donde practicar snorkel, puede resultar un poco más difícil. Es, precisamente, lo que nos ocurrió durante un viaje en velero por el Mediterráneo.
En el extremo más oriental del Archipélago del Dodecaneso existen varias islas que, pese a estar muy cerca de la costa sur de Turquía, pertenecen a Grecia. Son los islotes de Ro (Kara Ada en turco) y Strongili (Çam Adasi) asociados a la isla de Kastellorizo. El archipiélago lo conforman un total de 12 islas y 150 islotes. De hecho, Turquía cuenta solo con 8 islas en el Mediterráneo, la mayoría en el Mar de Mármara y en el Mar Egeo.
Aquella mañana, tras varios días de navegación tranquila, decidimos zarpar del puerto de Fethiye (en la provincia turca de Antalya) rumbo a Kastellorizo. Se trata de una isla con una larga historia que ya contaré en un próximo artículo. Para haceros una idea, basta con decir que desde el siglo XIX ha sido administrada tanto por Turquía como por Grecia e Italia, y ha estado ocupada por británicos, franceses y alemanes…
La idea al salir de Fethiye era parar en alguna cala a medio camino para poder hacer un pequeño almuerzo y bucear un poco antes de seguir nuestra ruta rumbo a la isla. De pronto se nos apareció por la proa un pequeño islote aparentemente tan deshabitado como paradisíaco, con una especie de pequeña bahía, una cala perfecta. Era el lugar idóneo para fondear y disfrutar de sus fondos marinos, antes de comer y proseguir nuestro viaje. Para más comodidad, en medio de la cala había una boya, algo que podía facilitarnos mucho las cosas.
Fondear con ancla en una zona rocosa tiene su intríngulis. No es de extrañar que se te enganche el ancla y no puedas cobrarla cuando te dispones a abandonar la cala. O lo que es peor aún, es muy posible forzar el molinillo que se utiliza para recuperarla, y acabar quemando el motor eléctrico que la hace girar. Con el consiguiente embargo de la fianza que has depositado al alquilar el velero, por supuesto. Teniendo en cuenta que la media de edad de la tripulación con la que suelo navegar supera con creces los 60 años, podéis imaginar a quién le suele tocar ponerse aletas, gafas y tubo y zambullirse en el agua para comprobar el estado del ancla e intentar desengancharla.
Así que ver aquella boya fue como encontrar un oasis en medio del desierto, y sin dudarlo pusimos proa a la pequeña bahía con intención de recalar allí durante unas horas. Me puse en cubierta para observar mejor las inmediaciones de la isla. Cuál fue mi sorpresa cuando de pronto vi a unas personas corriendo hacia la orilla y haciendo aspavientos con los brazos. Enseguida me di cuenta de que aquellos hombres nos estaban indicando que estaba prohibido acercarse por allí. Unos segundos más tarde, al divisar una especie de barracones, me di cuenta de que se trataba de militares.
Llevábamos varios días navegando por aguas turcas y , por lo tanto, en principio todo indicaba que aquella era también una isla turca y que los militares pertenecían al Ejército turco. Como manda la legislación, a popa llevábamos la enseña nacional estadounidense (la mayoría de los charter turcos tienen matrícula americana) y en nuestro obenque de estribor ondeaba una bandera roja con la media luna y la estrella turcas.
De pronto me percaté de que en la isla flameaba una bandera a rayas que pude distinguir pese a mi daltonismo. Era azul y blanca. Era la bandera griega… Es evidente que estábamos muy despistados, pero la verdad es que no esperábamos encontrarnos con una isla griega antes de llegar a Kastellorizo, y mucho menos una base militar. Por un momento me acordé de un episodio más cercano, el que protagonizaron España y Marruecos con el islote de Perejil.
El tema de las banderas puede parecer una tontería pero no lo es. Y menos aún en esta zona del Mar Mediterráneo, o en otras, donde pueden levantar ampollas. De todos son conocidas las disputas y el rencor que aún se guardan los griegos y los turcos, sobre todo los más nacionalistas. También conozco casos de marineros vascos que han sido multados por la Guardia Civil por llevar la ikurriña donde según la ley debería ir la enseña española.
Aquel encuentro fortuito con la armada griega no pasó a mayores. Cambiamos el rumbo y encontramos otra cala de aguas cristalinas donde poder practicar snorkel y saciar nuestro apetito tranquilamente. Tras una copiosa comida que yo mismo preparé para toda la tripulación (generalmente hago las labores de cocinero, grumete, y chico para todo…) nos pusimos rumbo a Kastellorizo, nuestro destino. Sin embargo, nosotros seguíamos navegando con la flamante y orgullosa bandera turca, ajenos a la infracción que podía suponer.
Tras volver de nuestro viaje mi padre descubrió una historia que lo explicaba todo. En 1927, un matrimonio griego formado Kostas y Despina Achladiotes se traslado a vivir al islote de Ro, que había estado deshabitado hasta entonces. Tras la muerte de su marido en 1940, la mujer decidió permanecer en el islote hasta que llego la II Guerra Mundial. Despina se negó a abandonar la isla cuando los británicos evacuaron Kastellorizo ante el peligro de los bombardeos alemanes, y todas las mañanas izaba la bandera de Grecia para que quedara clara la nacionalidad del islote.
En 1975, aprovechando una breve ausencia de la mujer, la Armada de Turquía desembarcó en la isla e izó la bandera turca por un breve periodo de tiempo, hasta que el Ejército griego volvió a colocar la propia. Despina Achladioti o Achladiotes es conocida en Grecia como la Dama de Ro, heroína nacional y toda una leyenda. Falleció en 1982 en Rodas pero yace enterrada en el islote que la hizo famosa.
En 1993 el fisioterapeuta ateniense Klimes Navrides se instaló en la isla con la ayuda de los militares. Se dice que el Estado le proporcionaba un barril de fuel al mes para cubrir sus necesidades. No debe ser sencillo sobrevivir en ese entorno estéril e incomunicado. Desconozco si Navrides aún vive allí, aunque es evidente que sigue habiendo un destacamento militar que iza la bandera todas las mañanas en honor a la Dama de Ro.
Llegamos al puerto de Megisti (que es como se llama oficialmente la isla de Kastellorizo), y nos dispusimos a atracar en el puerto. Como es habitual por esta zona, al borde del muelle existen numerosos restaurantes cuyos camareros, tan pronto ven llegar un velero plagado de turistas, se disponen a ayudar amablemente e indicar el que supuestamente es el mejor sitio para atracar. Por supuesto, el mejor lugar es siempre frente a su propio establecimiento. Da igual si hay un hueco o no.
Nada más llegar, aquel hombre en cuyo restaurante acabamos cenando esa misma noche nos advirtió en tono serio de que llevábamos la bandera turca y que eso podía ser motivo de problemas con la Policía, incluso de alguna sanción. Algo que dudo mucho, porque no creo que las autoridades se dediquen a molestar a los turistas, más allá de advertirles sobre el error. Quién sabe. Pero ante el tono grave de esta persona accedimos a que nos trajera una desde la tienda más cercana. No nos cobró la bandera. Probablemente estaba incluida en la factura de la cena.
Pasamos la noche en la isla y al día siguiente, tras visitar el lugar, volvimos a zarpar en dirección a Kas, localidad turca que se encuentra a poco más de milla y media. Al poco de salir de Kastellorizo decidimos arriar la bandera griega para izar la turca. La enseña de Grecia tiene unas rayas horizontales blancas y azules, y una cruz en el extremo superior que va pegado al la driza. En ese mismo instante nos dimos cuenta que la cruz estaba en el extremo inferior. No es que el camarero del restaurante nos hubiera vendido una imitación. Es que la habíamos colocado boca abajo…
Unos días más tarde, mientras navegábamos tranquilamente, divisamos una embarcación militar turca, que surcaba las aguas bastante lejos de nosotros. Para entonces ya llevábamos la enseña de Turquía. Afortunadamente esta es reversible, siempre que la amarres por el lado en el que lleva el cabo. O sea, da igual si la pones boca abajo o boca arriba, no se percibe la diferencia. Aún así, decidimos mantener una distancia prudente, que un encuentro con gente armada no es plato de buen gusto, y menos en el mar. De pronto, mis compañeros de viaje, un poco apurados, me dijeron que alguien nos estaba hablando por radio en una lengua que parecía ser inglés.
Entre el resto de quehaceres que antes he mencionado, la comunicación en inglés suele ser también responsabilidad de quien rubrica este articulo. Así que corrí a la mesa de cartas, agudicé el oído y traté de comprender lo que nos estaban queriendo decir. Hasta donde llegué a discernir, los militares llevaban un buen rato advirtiéndonos de que nos alejáramos hacia el Sur, porque estaban realizando prácticas de tiro en la zona... Menos mal que llevábamos la bandera turca y no la griega, no fuera que se mosquearan y decidieran jugar a hundir la flota.
Actualización:
Evidentemente, durante aquél viaje no pudimos sacar apenas fotos con detalles del Islote de Ro. De hecho, son muy pocas las imágenes que se pueden encontrar en internet. No obstante, he encontrado un par de colecciones interesantes en Flickr, que pueden ayudar a hacerse una composición del lugar que nos atañe.
Una de las cuentas de Flickr parece ser la de un soldado destacado en la remota isla griega, llamado Giorgos Maravelias, en la que se puede ver el interior del islote, la tumba de la Dama de Ro, heroina nacional griega, así como otros detalles del lugar y momentos de su estancia en la isla. Un documento gráfico interesante.
Existen otras cuentas de Flickr, en este caso gestionadas por la administración pública griega, en las que se muestran fotografías de diferentes eventos militares llevados a cabo en el islote, con presencia de las autoridades. Una de las cuentas pertenece al Ministerio de Asuntos Exteriores, la otra al Ministerio de Defensa y la última al anterior ministro griego de Defensa, Dimitris Avramopoulos, actual comisario europeo de Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía.
Despina Achladioti
Despina Achladioti, la Dama de Ro, es todo un símbolo nacional en Grecia y está considerada una heroína. En 2012, con motivo del aniversario de su fallecimiento, se publicó un libro sobre su figura y se produjo un pequeño documental que se puede ver en Youtube. También hay un vídeo grabado en vida de la Dama de Ro, en la que es entrevistada y aparece colocando una bandera griega sobre un mapa del Islote de Ro.