Cracovia puede considerarse la capital histórica de Polonia. De hecho, es el corazón del país para muchos polacos, y sigue siendo un importante centro económico, científico y artístico de Polonia. Atrae cada año a más de ocho millones de turistas y su casco histórico amurallado, Stare Miasto en polaco, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978. En el corazón de la ciudad vieja de Cracovia se encuentra la plaza medieval más extensa de Europa, la Plaza Mayor del Mercado o Rynek Glowny.
Tuve el placer de conocer la ciudad durante un viaje organizado por la Oficina de Turismo de Polonia, en el que además de disfrutar por primera vez de los encantos de Polonia decidimos grabar una video guía de viaje de Cracovia, sexto episodio de la serie Travel Guide Videos. Es el vídeo que encabeza este pequeño post y en el que hemos querido renovar el formato dándole un nuevo look. Anteriormente hemos realizado guías audiovisuales de viaje con este formato en Berlín, Burdeos, Vitoria-Gasteiz, Barcelona y Extremadura.
Llegamos de noche en un vuelo procedente de Madrid con escala en Varsovia, y la verdad es que apenas tuvimos un día entero para visitar esta ciudad. Tras un día completo pateando sus calles, la sensación que me queda es que Cracovia da para mucho más, así que tendré que volver en otra ocasión con más tranquilidad. Por algo nuestras guías de viaje en vídeo señalan desde el principio que son «Una aproximación al lugar». Y es que, como se suele decir, siempre hay que dejar algo por ver para tener una buena excusa para volver.
Nos alojamos en un hotelito familiar del barrio de Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia. El hotel estaba ubicado en la plaza Szaroka, uno de los principales escenarios de «La lista de Schindler». En las últimas dos décadas, el barrio se ha convertido en una zona muy popular entre artistas y gente joven, con numerosos restaurantes y terrazas cuando el tiempo acompaña, y bastante vidilla en sus calles y plazas. Durante nuestra segunda noche en Cracovia, pude disfrutar un poco de su ambiente nocturno haciendo una breve ruta por bares y locales de copas. La verdad es que Kazimierz es un buen punto de partida para conocer Cracovia, tanto por su cercanía con el casco antiguo como por sus propio ambiente.
Al siguiente día amanecimos temprano porque se celebrara el tradicional Concurso de Belenes de Cracovia en plena Plaza Mayor del Mercado, Rynek Glowny. Esta peculiar tradición se celebra cada jueves de diciembre y desde hace aproximadamente un siglo reúne a decenas de concursantes alrededor de la estatua de Adam Mickiewicz para mostrar sus trabajos. Posteriormente todos los participantes se desplazan al Palacio Krzysztofory, sede principal del Museo Histórico de Cracovia, donde el jurado delibera y decide quiénes son los ganadores.
En esta misma plaza se encuentra el Sukiennice, un edificio renacentista que albergó antiguamente un centro de comercio internacional en el que se hacían importantes negocios y se practicaba el trueque. Este mercado vivió su época dorada en el siglo XV, cuando se importaban mercancías procedentes de Oriente como especias, cuero y seda. A su vez, Cracovia exportaba materiales textiles y la sal de las minas de Wieliczka. En los sótanos de este edificio se ubica una de las divisiones del Museo Histórico de Cracovia que pudimos visitar y en el que se explica el importante pasado comercial de esta ciudad situada a orillas del río Vístula.
Después de vivir de cerca la experiencia de los belenes y visitar el Museo Histórico de Cracovia, tuvimos tiempo de pasear por el Casco Antiguo de la ciudad, así como otros puntos de interés turístico. La ruta consistió en una especie de tour religioso por diferentes hitos católicos de la ciudad, una ruta que yo hubiera obviado en beneficio de otros atractivos turísticos. Lo cierto es que Polonia, en parte por las circunstancias que ha tenido que vivir tras su ocupación en la II Guerra Mundial, es un país ciertamente católico que recibe una importante afluencia de turismo religioso. Lo que más mereció la pena fue la Basílica de Santa María.
Cracovia, en concreto, fue residencia del fallecido Papa Juan Pablo II, ciudad de la que también fue arzobispo. Al parecer este hecho ha dejado una impronta imborrable, que queda patente en diferentes puntos de la ciudad. Por otro lado, Polonia recibe cada año a un número importante de turistas israelíes y judíos de todo el mundo que quieren conocer los barrios de los que fueron expulsados y homenajear a los antepasados que fueron víctima de uno de los pasajes más oscuros de la historia reciente.
Por la noche pudimos disfrutar un poco más de los puestos del mercado navideño de Cracovia instalado en la Plaza Mayor del Mercado, comprar unos souvenirs y disfrutar de la gastronomía de Polonia. Uno de los platos característicos de Polonia son los pierogi, una especie de empanadillas. Cabe destacar también la inmensa variedad de sopas típicas polacas que se pueden degustar en el país.
De camino al hotel, muy cerca del barrio de Kazimierz, nos topamos con la colina de Wawel, un emblema de la ciudad en la que se encuentran el Castillo Real y la Catedral, que desgraciadamente no pudimos visitar por dentro. Si la decisión hubiera dependido de mí, hubiera sustituido la ruta religiosa por la visita a estos monumentos.
Mi día terminó deambulando por las calles del barrio de Kazimierz para poder palpar su ambiente. Mi periplo no se extendió hasta la madrugada pero en el poco rato que paseé por las calles pude observar que el antiguo barrio judío goza de buena salud nocturna. En la Plaza Nueva (Placa Nowy, conocida como plaza judía) se pueden encontrar numerosos puestos de comida rápida. El barrio está plagado de restaurantes, entre los que destacan los de comida judía. Al día siguiente tomamos un tren de Cracovia a Varsovia, en un viaje de lo más convencional que a mí me resultó muy ameno y divertido. Os dejo el mapa con los principales puntos de interés para que os sirva como complemento a esta guía de viajes de Cracovia.