El verano pasado, casi de la noche a la mañana, decidí colocarle unas alforjas a mi bicicleta, cargar un camping, un saco y un hornillo en ellas y subirme a un tren que me llevaría a Burdeos, el punto de partida de un itinerario cicloturista en Francia que tenía muchas ganas de completar. Hace unos años había preparado una pequeña ruta en bicicleta por el Médoc, una de las regiones vitivinícolas más importantes de Aquitania y un pequeño paraíso de viñedos y châteaux, pero no pude completarla hasta el verano de 2015.
La idea inicial era recorrer primero la ribera izquierda del estuario de la Gironda, en el que confluyen los ríos Garona y Dordoña, y volver por la orilla opuesta. Pero finalmente decidí hacer otra ruta que me llevaría hasta Pointe de Grave, el punto más al norte del Médoc, para luego regresar por la costa atlántica hasta Arcachon, donde volvería a coger el tren.
Se trata de una ruta muy asequible. Algo menos de 300 kilómetros en total y en un terreno prácticamente llano. Cuando me dispuse a pedalear, tenía muy claro que quería hacer cicloturismo con toda sus letras. Es decir, poder pararme las veces que quisiera, disfrutar del paisaje, de los viñedos y de los castillos del Médoc y dedicarle el tiempo que fuera necesario para perderme por carreteras y caminos. Tenía 6 días para poder hacerlo.
En cuanto llegué a Burdeos visité la pequeña oficina de turismo que hay al lado de la estación de tren, pues aunque la ruta la tenía bastante clara y no presentaba complicaciones, lo cierto es que casi no tuve tiempo de informarme con detalle sobre qué visitar en la región de Médoc. Me hice con un par de mapas de carretera, algo de información turística, me calcé el casco y las calas y comencé a pedalear hacia mi próximo destino.
DÍA 1:
Salí de Burdeos en dirección a Lamarque, un pueblo a orillas de la Gironda donde se puede coger el ferry y cruzar al estuario para llegar a Blaye. Pasé por Le Buscat y Bruge y nada más llegar a Blanquefort me encontré con la primera bodega, el Château Saint Ahon. En este punto tengo que aclarar que pese a haber realizado una ruta por los châteaux de Médoc, mi objetivo era recorrerla sin probar una gota de vino que, además de muy caro, es incompatible con la bicicleta. Al menos durante el día.
El perfil del viajero que predominaba en las carreteras de Médoc era aquel que se traslada en un coche de alta gama de château en château para ir probando los deliciosos caldos que se producen en el Médoc, una de las zonas vitivinícolas más apreciadas de Burdeos. No en vano, algunos de los vinos más caros del mundo provienen de esta región. La zona es muy propicia para practicar enoturismo y para viajar por libre, ya sea en bicicleta o en coche. Aunque sea solo para disfrutar de los paisajes, los castillos y los palacios que abundan en la zona. Si se come o no en uno de ellos es ya cuestión de presupuesto.
El primer día de ruta llegué a Ludon-Medoc y me encontré con uno de los châteaux más espectaculares de todo el recorrido. El Château d’Agassac, un castillo sacado de un cuento de hadas en el que bien se podrían haber inspirado los dibujantes de Disney. Es el palacio que podéis ver en la foto principal de este artículo. Me senté en sus extensos jardines y abrí mi primer sobre de jamón envasado al vacío antes de continuar con mi ruta hacia Lamarque.
Fue en ese momento, mientras almorzaba a la sombra de un árbol, cuando tomé la decisión de fotografiar todos y cada uno de los châteaux que me encontrara en mi camino hacia Pointe de Grave. Una promesa que resultó bastante atrevida porque, la verdad, me encontré con bastantes más de los esperados, y eso que no vi ni la mitad de todos los châteaux que hay en Médoc.
Ya el primer día me di cuenta de la cantidad de bodegas que hay en la zona, pues a partir de Labarde y hasta Arcins las torres comenzaron a multiplicarse, especialmente en Margaux. Algunos de los castillos más espectaculares que me encontré, además de los ya citados, son Château Catenac Brown, Château Kirwan, Château Palmer y el propio Château Margaux.
Finalmente llegué a Lamarque, un poco más tarde de lo esperado sobre todo teniendo en cuenta que me tenía que adaptar al horario francés. Sabía que en Blaye hay un camping municipal, pero para ello tenía que cruzar la Gironda en ferry, y el tiempo empezaba a apremiar. Al siguiente día iba a tener que volver de nuevo por la misma zona así que tomé la decisión de cruzar el estuario y plantarme en la orilla opuesta cuanto antes.
Fue una decisión acertada pues en el pintoresco pueblo de Blaye, en la comuna del mismo nombre, existe una ciudadela que forma parte del conjunto de fortificaciones de Vauban, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es precisamente en el interior de esta fortaleza donde está ubicado el camping municipal de la ciudadela de Blaye, una sorpresa que no me esperaba y de la que ya hablaré otro día porque esconde muchísimas historias. Fui uno de los últimos en llegar y apenas quedaba espacio para mi tienda de campaña. Menos mal que era pequeña y pude finalmente pasar la noche allí.
DÍA 2:
Fue el día en el que me lo tomé con más calma de todos. Me desperté en la ciudadela de Blaye y antes de levantar el campamento decidí darme un paseo por el pueblo y desayunar un café. Con croissant… por supuesto. A media mañana volví a ponerme los culottes y regresé en ferry a Lamarque, donde me esperaba uno de los châteaux con mas historia del Médoc.
El ferry de Blaye a Lamarque cuesta 2.70 euros por persona, a lo que hay que añadir 1,70 € si vas con una bici, 3.20 € si vas en moto y 7,80 € por el coche. En cuanto al camping de Blaye, la tarifa mínima por una parcela para acampar es de 9.90 €, pero creo recordar que a mi me cobraron 6 €. Los campings del Médoc cuentan con una tarifa especial para cicloturistas, algo que me sorprendió gratamente.
El château de Lamarque se llama así porque constituye una especie de marca, un hito entre las fortalezas de Lesparre y Blanquefort. Sus cimientos se remontan al siglo XI, aunque el castillo tal y como se ve hoy en día corresponde a una ampliación realizada en el siglo XIV. El Duque de Gloucester y Henry V permanecieron en este castillo durante la época en que Aquitania perteneció a la corona inglesa. Tras la Revolución Francesa, el castillo se convirtió en una bodega o château vínicola,
Tras visitar el castillo, decidí recorrer una pista que encontré cerca del embarcadero del Ferry que, a juzgar por el pinchazo consiguiente, no era muy recomendable para recorrer con una bicicleta de carretera. En cualquier caso, mereció la pena, porque me llevó hasta Fort Médoc a través de una breve ruta en la que abundan los carrelets, las típicas casetas de pescadores que hay en ambas orillas del estuario de la Gironda. Fort Médoc también forma parte del complejo declarado Patrimonio de la Humanidad. Es un monumento visitable, aunque menos espectacular que la ciudadela de Blaye.
Después fotografíar unos cuantos chateaux más, dejé atrás las localidades de Cussac fort Medoc y Saint Julien de Beychevelle y llegué Pauillac, que es considerada la capital de Médoc. De entre los castillos más llamativos, destacaría el Château Pichon Longueville Baron y el Château Lafite Rothschild. Busqué el camping municipal de Pauillac, donde monté el campamento antes de cenar. Me costó cerca de 10 € con el descuento del viajero en bicicleta, un precio bastante asequible.
DÍA 3:
Fue el último día en la zona vitivinícola, antes de adentrarme en Las Landas de Médoc, la parte atlántica y costera de la región que ya trataré en otro post. De pronto el paisaje cambia bruscamente y pasamos de los viñedos a los bosques, pinos, arena y dunas según nos vamos acercando al litoral.
Aquél día, al poco de salir de Pauillac, comenzó a llover con bastante intensidad, así que tuve que acelerar el pedaleo para llegar cuanto antes a Lesparre, una zona bastante poblada en la que encontré más infraestructura comercial que hasta ese momento. Me refugié en un pequeño restaurante para comer caliente, hice algunas compras en los supermercados de los alrededores y proseguí mi camino hacia la costa. Entre los castillos más espectaculares que pude ver ese día figuran el Château Cos d’Estournel y el Château Lilian Ladouys, ambos en Saint-Estèphe.
A partir de aquí me enganché a la ruta conocida como La Vélodysée, que recorre toda la costa atlántica desde el País Vasco hasta Bretaña. A pesar de que llevaba varios cargadores extra para el viaje, en Blaye no pude recargar la batería de mi cámara, por lo que tuve que hacer uso de mi móvil para poder sacar fotos de algunos de los châteaux. Podéis ver el resultado en la siguiente colección de fotos de châteaux del Médoc.
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- Horarios y tarifas del ferry de Lamarque-Blaye
- Tarifas del camping de Blaye
- Tarifas del camping de Pauillac
- Oficina de turismo de Médoc
- Consejo de los Vinos de Médoc
- Viñedos de Burdeos
- Oficina de Turismo de Burdeos
- Oficina de Turismo de Blaye
- Oficina de turismo de la Gironda
- Oficina de Turismo de Pauillac
- Información sobre la Vélodysée
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