Habíamos decidido posponer nuestra subida a Preikestolen, el Púlpito de los fiordos noruegos, por razones meteorológicas. Pero teníamos muchas otras cosas que ver y hacer en Stavanger. Puesto que no pudimos divisarlo desde arriba, intentamos acercarnos al Púlpito desde abajo. No hubo modo. La niebla se volvió a cerrar sobre nosotros y las gotas de lluvia golpeaban nuestra cada de velocidad a nuestro paso por el fiordo de Lysefjord. El barbudo patrón de la embarcación, una enorme Zodiac que gobernaba con mucho entusiasmo, decidió entonces cambiar de rumbo para acercarnos a Bakernes Paradis, el paraiso de los panaderos noruegos.
Nada más desembarcar nos recibió Sonja Hargaut, en cuyo perfil de Linkedin se puede leer: «La motivación está en el corazón». Lo cierto es que Sonja, que regenta este pequeño e idílico rincón de los fiordos noruegos, debe tener un corazón de tamaño considerable, a tenor de la motivación que transmite a sus huéspedes. Junto con ella nos recibió el chef, un hombre recio, calvo y con barba, que no duda en cortejar a las visitantes si las circunstancias son propicias, incluso cogerlas en brazos mientras va contando sucedidos. Todo en clave de humor, claro está.
Muy amablemente nos ofrecieron picar algunos de los manjares noruegos que preparan en este pequeño paraíso de los panarras. Nos sirvieron jamón de cordero, queso y varios encurtidos. Aunque nos habían ofrecido muchas más cosas, acabábamos de llenar la panza, justo antes de embarcar. Algo poco recomendable, sobre todo para aquellos que son propensos a marearse y a sus consecuencias. Aunque insistieron, tuvimos que contenernos y rechazar educadamente muchas de las delicias de su carta.
El jamón de cordero es como la imagen que tenemos de los noruegos. Muy fuerte… Quesos, zanahorias y cebollas encurtidas completaban el menú. De todo lo que degustamos me quedo sobre todo con la cerveza, una de las muchas cervezas artesanales noruegas que tuvimos ocasión de probar durante el viaje. La «Hoppy Joe» (American Red Ale) y la «Lucky Jack» (American Pale Ape) de la cervecera Lervig Aktiebryggeri son algunas de las que ahora mismo recuerdo. Muy buenas, ambas.
Bakernes Paradis comenzó siendo una pequeña propiedad, con una casa principal y un granero. En 1920, el lugar fue adquirido por la Asociación de Panaderos de Stavanger, que lo habilitó para emplearlo como lugar de vacaciones de los panaderos, sus familias y sus amigos. Construyeron los edificios que actualmente siguen en pie (Reisehuset y Litlahuset) y reformaron el granero, convirtiéndolo en un idílico lugar que pese a ser frecuentado por turistas todavía mantiene gran parte de su espíritu original. No es difícil imaginar cómo transcurrieron los veranos de los panaderos en este paraíso de los fiordos noruegos.
Durante más de 90 veranos, Bakernes Paradis se convirtió en el paraíso vacacional de las familias panaderas, donde la rutina transcurría entre bailes y sesiones de bingo. Cientos de jóvenes y niños vivieron muchos de sus veranos en este lugar, al que también acudían los vecinos de los alrededores. Hoy en día es un coqueto alojamiento y restaurante, un lugar paradisiaco enclavado sobre la verde orilla de los fiordos noruegos y justo en frente de un espectacular paisaje.
Entre las especialidades de su cocina destacan, según nos comentaron, platos preparados con productos locales, y sobre todo el pescado y la carne a la parrilla. Por las noches se celebran fiestas teatralizadas, dirigidas por la hija soltera del jefe de los panaderos, que es interpretada por una actriz al son de la guitarra o el acordeón. La fiesta se celebra alrededor de una hoguera, en el embarcadero, «donde hacemos palomitas de maíz y asamos malvaviscos en el fuego». ¡Fiesta! ;)
Entre los cometidos de este alojamiento destaca el de transmitir la cultura costera y granjera de Noruega, y su entorno es un paraíso del senderismo en los fiordos noruegos. Está ubicado en Lauvvik, una localidad que se encuentra a unos 40 kilómetros de Stavanger, cerca de la confluencia entre los fiordos de Høgsfjorden y Lysefjord (el fiordo de la luz) y no muy lejos de Preikestolen. Se puede llegar tanto por tierra como por mar. En barco desde Stavanger se tardan unos 40 minutos, prácticamente lo mismo que por carretera.
La tarde se esfumó entre pícaras historias sobre amores de verano y supongo que algún que otro roce, al calor el obrador, con las manos en la masa. En la sobremesa nos ofrecieron un hermoso gofre con forma de corazón… ¡El gofre del amor! Me supo exquisito, por cierto. En Bakernes Paradis se pueden adquirir muchos productos noruegos, como lana de oveja, confituras, quesos, ropa, dulces y otros souvenirs. Incluso las famosas sardinillas de la marca local King Oscar, aunque estas ya no se producen en Noruega sino en Polonia. Ya os contaré otro día.
Lo que no sabíamos cuando llegamos es que allí nos esperaba una joven chica bond. Y menos aún que se dejaría ver a través de un pequeño agujero que hay en los servicios. Se llamaba Julie Ege y nació en 1943 en Sandnes, una localidad que se encuentra a escasos 20 kilómetros de Bakernes Paradis. La modelo, proclamada Miss Noruega con 18 años, participó en varias películas de Playboy y fue portada de la revista Penthouse. Alcanzó cierta fama con el papel de «La escandinava», uno de los 12 ángeles de la muerte de la película «Al servicio secreto de su majestad«, de la saga James Bond. Falleció en 2008 como consecuencia de un cáncer. Este es el pequeño homenaje que le brindan en los fiordos noruegos.
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[toggle title=»Cómo llegar»]Se puede llegar desde Stavanger tanto por carretera como en barco. Hay numerosas empresas que ofrecen rutas en barco que recalan en Bakernes Paradis, que está justo al lado del embarcadero de Lauvvik. En coche se tardan unos 40 minutos, y en verano hay autobuses que realizan esta ruta. También hay un ferry que conecta Oanes y Lauvvik.[/toggle]
[toggle title=»Contacto y reservas»]
Tanto el restaurante, las habitaciones como otros servicios se pueden contratar a través de su página web.
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Esta experiencia fue posible gracias a la ayuda de Visit Norway, Fjord Norway y Stavanger Region.
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