La semana que viene voy a viajar a Islandia siguiendo la estela de los balleneros vascos que faenaban en sus fiordos en el siglo XVII. Queremos dar la vuelta a la isla en apenas 7 días, pues los otros dos se nos van prácticamente enteros en el viaje. No ha sido fácil diseñar una ruta y cuadrar toda la información que hemos ido recopilando. Mientras planeábamos el recorrido, me he sorprendido a mi mismo dibujando un mapa en las hojas de mi bloc de notas. Uno tiene sus preferencias y la principal es, precisamente, escapar de Google Maps.
Islandia tiene muchas cosas que ver. Demasiadas para 7 miserables días. Menos es nada. Mi prioridad es visitar los fiordos del noroeste islandés, que es precisamente donde recalaron los balleneros vascos que protagonizaron una rocambolesca y sangrienta historia allá por el año 1615. De la relación vasco-islandesa nació incluso un pidgin euskara-islandés, una suerte de mezcla de idiomas, y el primer diccionario de una lengua viva escrito en la isla está precisamente dedicado a él.
Hace unos días comentaba con unos amigos blogueros que es muy difícil, por no decir imposible, encontrar una historia de la que no haya escrito nadie. Al final de aquella conversación, convenimos en que lo importante no es que la historia no haya sido contada antes, y tampoco que el lugar sea un paraje inexplorado. De los vascos en Islandia y las peripecias de las tripas de Martín Villafranca han escrito muchos antes que yo, y probablemente mejor, como Ander Izagirre o Manuel Velasco. Pero, según la conclusión a la que llegamos, lo que importa es tu versión de esa historia, tu visión de aquel lugar. Y con esa idea me dispongo a viajar a Islandia.
Mientras plasmaba sobre el papel de mi cuaderno los principales hitos que me gustaría visitar en Islandia, me he dado cuenta de que no voy a poder ver todo lo que quiero. Hasta ahí, nada nuevo… La zona que más me interesa está algo apartada de los conocidos circuitos turísticos como «Joyas de Islandia» y «Islandia a tu aire«, que son los que se hacen en 7 u 8 días. Pero nosotros vamos con nuestra mochila, nuestro hornillo, nuestra tienda de campaña y un coche de alquiler que nos ha proporcionado la agencia Island Tours… Así que he llegado a un trato con Rebeca, mi compañera de viaje: Si me deja organizar los dos primeros días, yo le dejo organizar el resto.
El día 0, entendido como el día que llegamos al Aeropuerto de Keflavik, pisaremos suelo islandés más o menos cuando anochece. Teniendo en cuenta que viajamos en junio, eso quiere decir que serán más o menos las 23:00. Después de poco más de 4 horas de noche y siempre que los nervios me lo permitan alguno más de sueño, saldremos hacia el noroeste de la isla, a la zona que se conoce como los Fiordos del Oeste. Me está costando horrores completar el recorrido de los dos primeros días. Sea como fuere, nos vamos a pegar una buena pechada de carretera para poder sacar el máximo partido al viaje. Y para eso hay que cuadrar lugares que visitar, excursiones que hacer, gasolineras islandesas en las que repostar, pueblos y campings donde dormir y supermercados u otras tiendas en las que abastecerse durante nuestro viaje a Islandia.
Uno de los recursos para calcular la duración de los recorridos en coche ha sido, qué duda cabe, Google Maps. Vamos a recorrer aproximadamente 2.000 kilómetros en 7 días y eso, teniendo en cuenta que yo no conduzco y que las carreteras de los fiordos son endiabladamente serpenteantes, va a ser una tarea titánica para Rebeca, que como ya sabéis es una campeona al volante. A mí me han dejado barra libre para organizar los días 1 y 2, pero los números no me cuadran. Es evidente que vamos a tener que sacrificar alguno de los lugares que quiero ver en Islandia, antes incluso de salir de casa…
El Noroeste islandés, ese que queda un poco apartado de los circuitos de una semana, ofrece varios atractivos muy interesantes, relacionados con la literatura y la historia. El primer sitio del que voy a tener que prescindir, muy a mi pesar, es el volcán Snæfellsjökul, uno de los protagonistas más hieráticos y al mismo tiempo más activos de la novela «Viaje al centro de la Tierra» de Julio Verne. Lamentablemente, no va a ser posible llegar hasta allí, porque las prioridades son otras. El volcán se encuentra en el primer cabo que aparece al norte de Reijkiavik, un cabo del que nosotros tendremos que pasar de largo para seguir nuestro camino hacia el Norte.
Uno de los lugares que me apetece mucho visitar es Látrabjarg, en la península de Vestfirðir. Es la punta más occidental de Islandia y sus acantilados son considerados el auténtico fin del mundo europeo. Ya se sabe que el concepto geográfico del «fin del mundo» depende de hasta dónde se conozca el planeta en el momento de considerar que un sitio es el final del final. Allí se encuentra el solitario Faro de Bjargtangar, el punto más al Oeste de Europa si no tenemos en cuenta el islote de Monchique en las Azores. El extremo más occidental de la Europa continental lo constituye el Cabo da Roca.
De Reijkiavic cogeremos lo que debe ser la «nacional uno» islandesa, la N1 circular que recorre la isla, para luego adentrarnos por la carretera 60 y dejar de lado la 54, que es la que nos llevaría al volcán de Juio Verne si no tuviéramos que prescindir de él. Seguiremos al norte por la 60 hasta llegar al cruce de la 62, que es la que lleva al Látrabjarg, el fin del mundo europeo. En sus acantilados habitan millones de aves marinas, y se pueden observar los graciosos puffins o frailecillos. Si en dirección al Oeste nos encontraremos con el fin del mundo europeo, puede decirse que en sentido contrario nos encontraremos con el inicio del viejo continente. Será la carretera 63 la que nos lleve de vuelta al mundo conocido islandés.
Siguiendo de nuevo la carretera 60 llegaremos a la zona de Bolungarvik e Isafjordur, dos lugares que nos retrotraerán directamente a la historia de unos balleneros vascos que murieron a manos de los islandeses por una disputa que ya contaré a la vuelta, espero que inspirado por el hecho de haber pisado el lugar en persona. Al día siguiente volveremos a meternos una buena pechada en coche en dirección a Húsavík, que es donde tenemos previsto hacer una excursión para el avistamiento de ballenas. No sin antes acercarnos a uno de mis objetivos prioritarios en Islandia: Llegar al escenario exacto donde sucedieron tales sucesos, a la altura de la isla de Æðey en la que los balleneros se toparon de bruces con la muerte. Para esta aventura contaremos con la ayuda de Ternua, y espero correr mejor suerte que mis antepasados…
Siempre que viajo me encuentro con el mismo dilema. No me gusta informarme demasiado de los lugares que visitar, y mucho menos ver demasiadas fotos. Por decirlo de alguna manera, me gusta descubrirlos por casualidad, no haber oído hablar antes de ellos y, si acaso, informarme en profundidad a la vuelta. Como todos sabéis, esto no se puede defender a rajatabla, pues es conveniente recopilar información antes de viajar, tanto práctica como turística. El estado de las carreteras en Islandia es una cuestión que cobra cierta importancia sobre todo si no llevas un todoterreno. Y aunque recomiendan llevar un 4X4, tampoco parece que viajar con un turismo vaya a suponer demasiado problema por donde nos vamos a mover nosotros.
Por si acaso, he preferido mirar en Google Street View qué pinta tienen las pistas y carreteras del Noroeste de Islandia, esas que llevan a mis dos destinos más deseados: El fin del mundo europeo, y la isla de Æðey. Llegado a un punto, no obstante, Google no es capaz de mostrar más imágenes de las carreteras por las que tendremos que circular en los próximos días. Esto nos ha creado cierta inseguridad, pues no podemos ver en qué estado se encuentran las pistas. Pero, sobre todo, a mí lo que me ha causado es satisfacción. Imagino que habrá muchos rincones en donde el gigante tecnológico no ha dejado aún su huella para sacar unas fotos de Google Street View, pero la mera posibilidad de huir de sus garras en estos parajes recónditos me genera cierta ilusión.
Si llegamos o no al fin del mundo europeo o a esa isla remota en el Noroeste de Islandia dependerá del coche con el que cabalgaremos por la isla, porque de momento el presupuesto para viajar a Islandia solo da para un turismo, y nos gustaría hacernos con un 4×4 que nos permita meternos por carreteras secundarias. La cuestión es que nos han advertido que con un turismo no debemos meternos por carreteras de más de 2 dígitos, y mirando en Google Street View he visto que hay mucha pista de gravilla por esos lares. Habrá que echarle valor, pues al parecer todas las carreteras que llevan al fin del mundo y las que permiten huir por un día de Google tienen 3 dígitos.
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Disclaimer: Para esta nueva aventura hemos contado con la ayuda de la agencia de viajes Island Tours, de la marca de ropa de montaña Ternua y de Blog on Brands, la plataforma que pone en contacto a bloggers y a marcas.
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