Cuando a Antonio Machado se le ocurrió escribir Campos de Castilla, debió tener ante sus ojos un paisaje como el que hace unos meses me encontré en Valdeavellano de Tera, mi pueblo adoptivo de Soria. Es donde paso gran parte de mis días libres, una especie de retiro espiritual que me permite hacer frente al estrés y recuperar el sentido. No en vano este pueblo se enclava en un valle llamado, precisamente, el Valle del Razón.(más…)
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