Suelo presumir de no recalar en los puertos más transitados e islas más turísticas cuando navego por el Mar Mediterráneo en velero. Sin embargo, esto resulta casi imposible si hablamos de Grecia, porque prácticamente todos los puertos de la costa griega son objeto de las visitas de los turistas. Incluida la nuestra, claro. No en vano es el destino por excelencia del Mediterráneo en lo que a turismo náutico respecta. Mi primer crucero a vela por aguas de Grecia lo llevé a cabo en junio de 2008, junto con mi padre y unos cuantos amigos. Apenas una semana para recorrer las principales islas griegas del Golfo Sarónico, en el Mar Egeo.
Las islas más famosas de Grecia son las que conforman el archipiélago de las Cícladas, en el centro del Mar Egeo, encabezadas por Mikonos y Santorini. Son probablemente los destinos más concurridos de las Islas Griegas. En las tres ocasiones que hemos navegado por estas aguas, jamás hemos recalado en estos puertos. Tan solo conozco algunas islas del Golfo Sarónico, del Dodecaneso más cercano a Turquía, y algunas islas más ubicadas en el Jónico.
Hay varias maneras de recorrer las Islas Griegas por mar. La forma más convencional es contratando un crucero, pero también se puede alquilar un velero con patrón. En nuestro caso bastó con alquilar un charter en el Pireo, puesto que en la tripulación contamos con el conocimiento y la titulación necesaria para gobernar un velero. Cinco años después de mi primer viaje en velero por el mediterráneo, me gustaría recordar los cinco puertos que pudimos visitar, que se enmarcan según la oficina de turismo de Grecia dentro de las cinco islas imprescindibles del Golfo Sarónico en velero.
1: EGINA, LA ISLA DE LOS PISTACHOS
Recuerdo Egina con especial cariño porque fue la primera isla en la que pasé noche en mi primer crucero a vela por aguas griegas. Está situada en el centro del Golfo Sarónico, entre las islas de Salamina (al norte) Angistri (al oeste) y Poros (al sur), a poco más de 15 millas náuticas del Pireo, el principal puerto marítimo griego, considerado puerto de Atenas desde la antigüedad. Se puede acceder a la isla a través de transporte marítimo, tanto en lanchas rápidas hyidrofoil o flying-dolphin (unos 35 minutos) como en los ferries (cerca de hora y media).
Egina fue una de las ciudades marítimas y comerciantes más importantes de la Grecia Antigua. Fue pionera en acuñar moneda y en ella se ubica el templo de Afaya, que junto con el Partenón y el Templo de Poseidón del cabo de Sunión forman el triángulo sagrado. Muy cerca del actual puerto, en el que conviven embarcaciones tradicionales y yates de turistas, se encuentran las ruinas del Templo de Apolo, coronando una colina en cuyas faldas se hallaba la colonia original.
Las callejuelas del casco antiguo bien merecen un paseo, y entre las atracciones turísticas y culturales cabe destacar el Museo Arqueológico, el Museo de Historia y Folklore, así como la iglesia y monasterio ortodoxo de Agios Nektarios. Egina es conocida también por sus pistachos. Es la mayor exportadora mundial y están considerados los mejores del mundo.
2: POROS, LA ISLA DEL VOLCÁN
Poros está considerada una isla doble, situada a 48 km al sur del Pireo. Un canal marítimo de 200 metros lo separa de la península del Peloponeso, lo que la hace accesible desde Galatas en 15 minutos, a través de un ferry que opera con regularidad. Una explosión del cercano volcán de Methana cambió radicalmente su orografía en el año 273 A.C., uniendo Sphairia (la parte sur) con Kalaureia (la parte norte).
Se trata de una isla bastante montañosa cuyo punto más alto, el pico de Vigla, se encuentra a 358 metros sobre la superficie del mar. Teniendo en cuenta que es una isla pequeña, impresiona ver cómo la montaña se introduce en el mar. La isla posee numerosas calas en las que la vegetación, formada principalmente por pinos, llega prácticamente hasta la orilla.
La ciudad está construida pegada a la ladera de la montaña en forma de anfiteatro y destacan sus edificios neoclásicos. Recomiendo un paseo a través de las calles empedradas hasta lo alto de la llamada Torre del Reloj, desde la que se puede disfrutar de una vista panorámica impresionante. Esta isla, como no podía ser de otra manera, también cuenta con sendos museos de arqueología y folklore, así como las ruinas del Templo de Poseidón (520 A.C.).
Precisamente, cerca del puerto, hay un restaurante que toma el nombre del templo. Pese a que la Taverna Poseidon tiene toda la pinta de un restaurante preparado para turistas, he de decir que nosotros cenamos estupendamente en él. Lo cierto es que pudimos ver cómo el pescador llegaba al puerto en su barquito y descargaba el pescado que luego llevó al restaurante. Así que pudimos seleccionar a dedo el pescado que traía y mandarlo directamente a la parrilla. Delicioso.
3: HIDRA, UNA ISLA SIN COCHES
Hidra es seguramente la más espectacular de las islas del Golfo Sarónico. Desgraciadamente no tuve ocasión de visitarla con tranquilidad, porque aquel día arribamos a puerto bien entrada la tarde, y no había ni un solo amarre libre en el que poder atracar. Mirando la carta náutica descubrimos que cerca de allí existe una cala, llamada Mandraki, en la que acabamos fondeando para pasar la noche.
La isla depende totalmente del turismo, en su mayoría nacional, que llega principalmente desde Atenas. Existen conexiones des de Egina, Poros, Spetses, Nauplia y Monemvasia. Los vehículos a motor están prohibidos en toda la isla, exceptuando los camiones de basura. Curiosamente, el transporte público está compuesto por una flota de 500 burros y varios taxis marítimos. La isla alcanzó fama mundial con la película «Boy on a Dolphin«, filmada en la isla en 1957 y protagonizada por Sophia Loren.
Después de cenar en el restaurante Mandraki 1800, cuya mayor virtud es la propia ubicación y las vistas a pie de cala, regresamos al velero con intención de pasar la noche. Tras asegurar las amarras con muchísimo empeño nos fuimos a dormir, no sin antes activar una alarma de posición que nos avisaría si el barco se desplazaba sospechosamente. Efectivamente, en mitad de la noche se levantó un fuerte viento y nos despertamos sobresaltados por la alarma de posición. Ante la imposibilidad asegurar el barco en pleno vendaval decidimos zarpar inmediatamente hacia nuestro siguiente destino, la isla de Spetses.
4: SPETSES, LA ISLA DE LAS ESPECIAS
Spetses o Spetsai es sin duda mi isla preferida del golfo. A pesar de ser la más alejada de todas y aunque se encuentra en el extremo opuesto del Peloponeso se considera parte de las islas del Sarónico. Es conocida por la batalla naval que tuvo lugar en sus costas en 1821 contra la flota del Imperio Otomano, durante la Guerra de Independencia de Grecia.
La armada griega, capitaneada por el marino local Kosmas Barbatsis, venció al enemigo destruyendo el buque insignia de los turcos. Este hecho es recordado todos los años con un festival de fuegos artificiales llamado Armata Festival. Una de las atracciones turística más visitada es la casa de Laskarina Boubolina, una heroína nacional que participó en la citada batalla naval.
El nombre de la isla se debe a la denominación que le daban los venecianos en el siglo XV por encontrarse dentro de la ruta de comercio de especias. Un sendero de 30 kilómetros rodea la isla y ofrece acceso a la mayoría de las playas: Agios Mamas, Agioi Anargiroi, Agia Paraskevi, Zogeria, College y Agia Marina.
5: EPIDAURO, UN TEATRO EN HONOR A DIONISOS
Se trata del único puerto que visitamos durante nuestro viaje por el Sarónico que no se encuentra en una isla. Sus principales atractivos son el santuario de Asclepio, a unos 8 kilómetros al oeste de la ciudad, y su teatro. La actual ciudad de Epidauro (Epídhavro en griego) cuenta con una pequeña marina desde la que se puede contratar transporte para visitar ambos monumentos.
La antigua ciudad griega de Epidauro se encontraba a tan solo seis horas en barco de Atenas. Su cercanía con los principales centros de comercio de la zona contribuyó a su importancia. Fue una ciudad-estado independiente, incorporada al distrito de Argólida por Roma. Su territorio, bastante reducido, limitaba al oeste con Argólida, al norte con Corinto, al sur con Trecén, y al este con el golfo Sarónico.
El teatro fue construido en el siglo IV A.C. como símbolo de devoción al dios de la vendimia y el vino, Dionisos. Se trata de uno de los teatros mejor conservados de toda Grecia. Merece visitarlo y arrojar una moneda en el centro del escenario, mientras otra persona comprueba la acústica desde las gradas. Hoy en día se siguen celebrando festivales en el milenario teatro, con una amplia programación de espectáculos al aire libre desde junio hasta septiembre.
Fotografía de portada CC-BY-SA Tyler Karaszewski