El caño de Sancti Petri es un canal de poca profundidad que separa las localidades de Chiclana de la Frontera y la isla de San Fernando, en la provincia de Cádiz. Se trata de un canal de agua marina rodeado de marismas y situado al sur de la Bahía de Cádiz.
Fotografía de portada: CC-BY-SA Carlos Alejo
En el extremo más austral de la bahía, en lo que a primera vista podría parecer una desembocadura fluvial, se encuentra el emblemático poblado almadrabero de Sancti Petri. A pesar de estar prácticamente abandonado y muy descuidado, debo reconocer que guarda cierto encanto decadente.
Hace unos años, a nuestra vuelta de un intenso viaje por Marruecos del que ya tendremos ocasión de hablar, decidimos tomarnos unos días de descanso y esparcimiento en esta zona, tras desembarcar del ferry que nos llevó de Tánger a Tarifa y buscar alojamiento en la Playa de la Barrosa, en la urbanización que se conoce como Novo Sancti Petri. Se trata de una zona tranquila de reciente construcción que a pesar de ser «de cartón piedra», está bien ubicada para conocer las playas, las dunas y otros atractivos del lugar.
Frente al arenal de la Punta del Boquerón se encuentra el puerto deportivo de este pintoresco poblado. Me llamó muchísimo la atención las peculiaridad de las típicas casetas marismeñas del caño, la mayoría de ellas abandonadas, que me recordaron en cierta manera a las que vi en el canal de Messolonghi, durante el viaje a Grecia en velero.
El caño forma parte del Parque Natural de la Bahía de Cádiz que se extiende a lo largo de 10.522 hectáreas y tiene un alto valor ecológico. A pesar de que su entorno está totalmente modificado por el ser humano, destaca por la riqueza de su fauna, sobre todo por sus aves, peces y moluscos. Durante siglos, uno de los recursos principales de los habitantes ha sidso la extracción de la sal (cuya técnica ha perdurado hasta hoy), así como la pesca de bajura.
Después de varios días viajando por Marruecos, y tras haber lidiado hasta la saciedad con algunos de sus habitantes (sobre todo un par de amigos que se prestaron a hacer de guías y resultaron ser unos auténticos caraduras), nos pareció buena idea relajarnos en esta zona, donde además se pueden practicar diversas modalidades de turismo activo.
Nosotros nos decantamos por hacernos a la mar, para lo que alquilamos una pequeña embarcación de vela ligera del tipo Láser Pico, en la Escuela de Vela Zaida. Es un velerito muy fácil de manejar que puede resultar muy divertido con un poco de viento.
Además de la vela, en la zona se pueden practicar todo tipo de deportes naúticos como kayak, kitesurfing y windsurfing… En las inmediaciones del puerto deportivo existen varias empresas que se dedican al alquiler de material, y en las que se ofrecen salidas guiadas y se imparten cursillos.
También se pueden realizar actividades en tierra, como la equitación. Mi amigo Carlos estaba empeñado en dar un paseo a caballo por las largas playas de Cádiz, una muy buena idea que finalmente no pudimos llevar a cabo, de lo cual me arrepiento ahora mismo. También es una buena zona para practicar submarinismo, aunque nosotros ya veníamos saciados tras hacer un par de inmersiones de bautismo en el Cabo de Gata.
Una de las principales atracciones de Sancti Petri es el castillo que se levanta en el islote que hay a la entrada del canal. Se dice que en la antiguedad existió un templo en su lugar, que fue fundado en tiempos de la guerra de Troya (comienzos del siglo XII a.C.). Se llamó el Templo de Hércules Gaditano o Herakleión Gaditano, y al parecer fue el más famoso de Occidente, puesto que bajo sus cimientos estarían enterrados los restos del mismísimo Hércules.
Los orígenes del templo se remontan a la época en la que el islote estaba habitado por un asentamiento fenicio. Dicha cvilización habría construido un primer templo en honor al dios Melkart, que siguió siendo venerado en la época cartaginesa, hasta que durante la dominación romana se comenzó a rendir culto a Hércules. La leyenda cuenta que el Apóstol Santiago desembarcó en la isla para acabar con el culto pagano y consagrar el templo al cristianismo, en concreto a San Pedro. De ahí el nombre de la isla y su castillo.
La actual fortaleza fue construida entre los siglos XVI y XVIII como baluarte defensivo frente a los ataques de los piratas. Sufrió fuertes bombardeos de la artillería francesa durante la Guerra de la Independencia y en posteriores batallas. Hoy en día alberga un faro que cumple una doble función: Baliza la isla y sirve de recalada al canal.
La fortaleza se puede visitar durante todo el año, aunque los horarios dependen tanto de las mareas como de las condiciones marítimas y climatológicas. Las embarcaciones parten desde los puertos deportivos de Sancti Petri (Chiclana de la Frontera) y de Gallineras (San Fernando). También se puede acceder al castillo por medios propios, y los domingos la entrada es gratuita.
Información práctica: