La casa de mis padres es una especie de museo donde se apilan figuritas precolombinas, cuadros, grabados, esculturas y recuerdos de muchos viajes. Bueno, y un montón de cosas más. Pero sobre todo, libros. Creo que la de mi padre es la mayor librería náutica y de viajes marítimos que he conocido nunca. Hace unos días me enteré que en los cines de la ciudad se estaba proyectando la película noruega Kon-Tiki, una de las candidatas a la mejor película de habla no inglesa Oscar de 2013. Acto seguido comencé a rebuscar entre los libros de mi padre, pues recordaba que existía un ejemplar sobre la hazaña del explorador Thor Heyerdah.
La memoria me traicionó una vez más, ya que en casa no guardamos un ejemplar sobre la expedición Kon-Tiki. El que acumula polvo en casa de mis padres es un libro titulado «La expedición Tigris«, una aventura posterior a la que ahora recrea la película. En la portada del libro, que he rescatado de las fauces del los ácaros, figura la foto de una embarcación de caña de unos 17 metros de eslora, la más grande que Heyerdahl construyó con este material. Lo que no recordaba es que esa misma embarcación tuvo un final inesperado a las puertas del Mar Rojo, donde acabó reducido a cenizas.
Mi padre y yo lo hemos hecho en otras ocasiones. Si en el cine se proyecta una película de temática náutica (ya sea de piratas o de tormentas perfectas) nos escapamos de casa, abandonamos el barco y nos tragamos una sesión de cine. Sin chorradas, que diría David de Jorge, ni palomitas. Así lo hemos hecho esta misma semana y he de decir que «Kon-Tiki» , como película de aventuras, no nos defraudó en absoluto. Es una cinta divertida, entretenida, bien desarrollada y que mantiene el interés de principio a fin.
La cinta refleja bastante bien las inquietudes de un joven explorador ignorado por la comunidad científica oficial. La de Thor Heyerdahl es la clásica historia de superación personal a costa de todo, incluso de arriesgar su propia vida y la de los demás, para demostrar que su teoría era cierta: Que Polinesia había sido poblada desde el Este por los Incas al contrario de lo que todas las hipótesis defendían.
Más allá del valor científico de sus investigaciones, el valor de las aventuras de Heyerdahl reside para mí en el hecho de querer demostrar algo que parecía imposible. Recorrer la distancia que separa Perú de Polinesia en una balsa con la que apenas se puede navegar, utilizando prácticamente las mismas herramientas que pudieron utilizar los Incas más de 1.000 años atrás. Curiosamente, la consecución de esta hazaña supera la importancia que pueda tener lo que con ella se quiso demostrar.
Pese a que el antropólogo noruego consiguió contra todo pronóstico demostrar que sí se podía realizar ese viaje con una balsa como la que podrían haber construido los Incas, la mayoría de las teorías científicas basadas en evidencias físicas y genéticas siguen defendiendo que Polinesia fue colonizada desde el Oeste hacia el Este, como consecuencia de migraciones que comenzaron desde el continente asiático.
La embarcación Kon-Tiki (denominada así en honor al dios solar de los Incas) zarpó el 28 de abril de 1947 desde Perú. Thor Heyerdahl, acompañado de otros cinco tripulantes y un loro, navegó durante 101 días a través del Océano Pacífico recorriendo cerca de 3.700 millas (unos 7.000 kilómetros). El 7 de agosto del mismo año llegaron a un arrecife en el atolón de Raroia, en las islas Tuamotu. Toda la tripulación llegó a tierra sana y salva, excepto el pobre loro que, tal y como se refleja en la película, fue devorado por un tiburón.
Heyerdahl escribió un libro sobre esta hazaña que fue traducido a más de 60 idiomas y gozó de gran éxito, llegando a ser un best-seller. También produjo un documental sobre la expedición (llevaban una cámara a bordo) que ganó el Oscar al mejor documental en 1951. En Youtube existía el documental original completo ganador de la estatuilla, pero parece que ha sido eliminado, así que solo se puede ver el trailer oficial. Una auténtica reliquia cinematográfica.
Si el filme dirigido por Joachim Rønning y Espen Sandberg hubiera conseguido ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, hubiera sido la segunda vez que la historia que dio a conocer al antropólogo y explorador noruego se hace con la famosa estatuilla dorada. De hecho, el propio Heyerdahl fue nominado de nuevo al Oscar en 1971 con el documental «The Ra Expeditions«, título con el que también publicó un libro.
Desconozco si fue un buen científico o no. Es algo que sinceramente se me escapa. Pero lo que no se puede negar es que Heyerdahl era un personaje muy tozudo y constante, hasta el punto de llegar a demostrar teorías que quizá no tuvieran fundamento histórico. Tras la expedición Kon-Tiki, el científico noruego dirigió varios experimentos antropológicos más, todos ellos relacionados con la navegación.
En 1969 y en 1970 construyó sendas naves basadas en los modelos que aparecen en los antiguos grabados egipcios, con objeto de demostrar que esta civilización podría haberse comunicado con el continente americano. La primera embarcación, llamada Ra, fue botada en Marruecos y sucumbió frente a las tormentas tras haber recorrido 2.700 millas. La Ra II, tras 57 días de navegación y 3.270 millas, arribó a las Islas Barbados aprovechando los vientos y las corrientes marinas.
Para completar sus experimentos sobre las posibles migraciones del hombre primitivo, en 1978 construyó una nueva embarcación, a la que llamó Tigris, con la que pretendió demostrar que las grandes culturas de Mesopotamia, del Valle de Indus y de Egipto podrían haber entrado en contacto a través del mar. La expedición se desplazó por el río que le dio nombre a través del Golfo Pérsico y se adentró en el Océano Índico. Tras 5 meses de navegación, debido a las guerras que castigaban la zona, se le prohibió zarpar del puerto de Djibouti. Heyerdahl ordenó prender fuego a la nave Tigris, en señal de protesta contra las guerras.
En Oslo existe un museo, situado en la península de Bygdøy, dedicado a sus expediciones. Se llama Museo Kon-Tiki y su propósito original fue albergar la embarcación que le da nombre. En él se visitan también otras embarcaciones como el Ra II, así como numerosos objetos culturales recogidos por el explorador y reproducciones de los moáis de la Isla de Pascua. En la web se puede descargar un PDF en castellano, y también se puede consultar información en español en las webs de Visit Norway y Visit Oslo.