En la costa vasca, y en general en el Mar Cantábrico y en el Golfo de Bizkaia, existe un fenómeno meteorológico llamado galerna, un temporal impredecible que azota el litoral con fuertes vientos del oeste al noroeste. Esta tormenta súbita es muy conocida por los habitantes de los pueblos pesqueros como Lekeitio. En esta localidad de Bizkaia se encuentra el Faro de Santa Catalina, que alberga el centro de interpretación del patrimonio marítimo y la tecnología de la navegación. Se trata del único faro visitable de la costa vasca y en él se explica, entre otras cosas, el fenómeno de la galerna.
Quién no ha soñado con pasar una noche en el faro y observar una tormenta desde la seguridad que ofrece una de estas fortalezas construida al borde del acantilado. Asomarse a una de esas torres vigías que sirven de guía a los marineros y enfrentarse a las rachas de viento y violentas olas que azotan las rocas. Afortunadamente para nosotros, y aunque nos ofrecieron un chubasquero nada más llegar, durante nuestra visita al Faro de Lekeitio nos tocó un día apacible y un mar como un plato.
La galerna suele hacer acto de presencia en días calurosos y aparentemente tranquilos, sobre todo en primavera y otoño. La llegada de un frente provoca el cambio brusco de la dirección e intensidad del viento, que puede llegar a superar los 100 km/h. De pronto el cielo se encapota y se produce un fuerte descenso de las temperaturas en muy poco tiempo. Hasta 12 grados en tan solo 20 minutos. La presión atmosférica también desciende bruscamente y se produce un aumento de la humedad que roza el 100%. La mar se enfurece sin previo aviso tornándose de gruesa a montañosa y se producen cortos pero intensos intervalos de lluvia.
Lo cierto es que el fenómeno de la galerna goza incluso de cierto carácter mítico entre los vascos de la costa. Recuerdo muchos días de playa en Donostia durante mi adolescencia en los que de pronto comenzaba a asomar una espesa nube por el noroeste que descendía por la ladera interior del monte Igeldo. En pocos minutos se levantaba un viento que se llevaba las toallas y sombrillas de los más despistados, y caía un chaparrón de gruesas gotas. Nosotros lo llamábamos galerna, aunque mi padre siempre me ha dicho que la galerna es algo mucho más fuerte. Según su tío Joxe, pescador donostiarra, si a la altura de Lekeitio se observaba «un resplandor», era la señal inequívoca de que se avecinaba una galerna.
Matices aparte, la galerna no es ninguna leyenda e infunde muchísimo respeto. Una de las galernas más recordadas de la historia se produjo en abril de 1878 y en ella perdieron la vida ahogados 322 pescadores del cantábrico. Entre ellos había 132 cántabros y 190 vascos, de los cuales 95 eran de Bermeo, 40 de Elantxobe, 13 de Ondarroa y 7 de Lekeitio. La productora audiovisual Pasusoka realizó en 2012 un documental sobre este hecho histórico todavía muy recordado en las localidades de la costa vasca, cuyo trailer podéis ver sobre estas líneas. Desgraciadamente, el Faro de Lekeitio no pudo en aquella ocasión guiar a los marineros a buen puerto.
En la costa vasca existen 14 faros que señalan el litoral desde Punta Galea (Bizkaia) hasta Angelu (Lapurdi) pero el único que se puede visitar de forma oficial es el de Lekeitio. Este faro, construido en 1862 como faro de recalada, ha sido objeto de varias remodelaciones y hoy en día alberga un centro de interpretación que permite al viajero conocer un poco mejor la vida tanto en tierra como en la mar de los pueblos pesqueros vascos.
Se trata de un faro relativamente pequeño, cuyo interior se divide en 3 estancias. En la primera, a través de un personaje ficticio llamado Antolin, el visitante tiene la oportunidad de conocer un poco mejor los fundamentos de la navegación. En la segunda sala se ubica un simulador 4D que imita la singladura de un barco pesquero.
El visitante, convertido en marinero por unos minutos, tiene la oportunidad de aproximarse a conocer en primera persona lo que debe ser vivir una galerna en alta mar. Salvando las diferencias, claro. En la última estancia se explica el día a día tanto en los barcos como en tierra, haciendo especial hincapié en la importancia de la mujer en la economía y la vida social de los pueblos pesqueros.
El faro encuentra en el cabo que le da nombre, a 1,5 kilómetros del puerto de Lekeitio y a 46 metros sobre el nivel del mar. Justo al lado existe una ermita abandonada, la de Santa Catalina de Antzoriz, cuyas primeras noticias se remontan al siglo XV. El faro, de 13 metros de altura, está situado en una pequeña prolongación del cabo y cuando el temporal azota la costa recibe los rociones de las olas.
Según se describe en esta web, «posee una torre tronco-cónica construida sobre una base octogonal» y «su linterna de color gris, con óptica giratoria de sistema catadióptrico, tiene un alcance de 17 millas». En este otro blog se detalla que «efectúa grupos de destellos blancos ( 1 más 3 ) cada 20 segundos. También posee una sirena con grupos de 4 sonidos en letra L Morse cada 20 segundos en un radio de 6 millas. Sirve el tramo de costa no cubierto por los faros de Zumaia y Matxitxako. Fue proyecto de Amado Lázaro, subastado en 1861 en 22.825 reales».
Para visitar el faro es necesario contactar previamente con la oficina de turismo de la localidad costera. Desde Lekeitio se puede llegar por el paseo de Santa Catalina, que discurre al borde de los acantilados. También se puede acceder directamente si se llega en coche desde Ispaster, sin atravesar el núcleo urbano de Lekeitio. De día no tiene pérdida, basta con enfilar hacia el monte Otoio. Y si se llega al caer la noche, la propia luz del faro guiará al visitante hasta su destino.
Información práctica:
- Reservas: 946 844 017 o turismo@lekeitio.com
- Precio: Adultos, 6 €; menores y jubilados 4,5 €
- Más info: Web oficial