Cuando Julio Verne escribió «Viaje al centro de la tierra«, por su visionaria cabeza debieron pasar imágenes como las que recientemente pudimos observar en la cueva de Pozalagua, en el vizcaino valle de Karrantza, en plena comarca de Enkarterri. Esta cueva, con una longitud de 125 metros, una anchura de 70 y una altura de 12, contiene en su interior una de las mayores concentraciones de estalactitas excéntricas del mundo.
La cueva de Pozalagua fue descubierta de forma accidental en 1957, como consecuencia de los trabajos que se llevaban a cabo en una cantera contigua. Una explosión dejó al descubierto la entrada a la cueva, dañando incluso algunas de las estalactitas que cuelgan de su techo, y también algunas de las estalagmitas que emergen desde el suelo. Fue abierta al público en 1991 y hoy en día es una cueva visitable y muy fácil de recorrer gracias a la iluminación y a la pasarela metálica. Está preparada también para personas con problemas de movilidad.
La cueva de Pozalagua está ubicada a 52 km de Bilbao y a unos 500 metros de altura sobre el nivel del mar, en las Peñas de Ranero, dentro del Parque Natural de Armañon. Es, posiblemente, una de las zonas más desconocidas de Bizkaia y la más occidental del País Vasco. Los vecinos de Karrantza y de toda la comarca de Enkarterri señalan con orgullo que fue declarada Mejor Rincón de 2013 por la Guía Repsol, tras una intensa campaña para conseguir dicho reconocimiento.
Durante el recorrido, de aproximadamente una hora, se pueden observar formaciones de columnas y coladas de diferentes tamaños. En su día, la cueva albergó en su interior un lago que desapareció por acción de las voladuras. Tras atravesar una bóveda de la que cuelgan cientos de estalactitas se llega a la joya de la corona, la Sala Versalles, que presenta la mayor cantidad de estalactitas excéntricas de la cueva de Pozalagua y por ende de Europa. En este punto de la cavidad existe un mirador en el que el visitante corre el riesgo de quedar hipnotizado contemplando las caprichosas formaciones del subsuelo de Karrantza.
Este viaje al centro de Karrantza no comienza en un volcán, como en la novela del gran Julio Verne. Sin embargo, cerca de esta cueva se encuentra el acceso a la Torca del Carlista. Si Axel y su tío Otto Lidenbrock, protagonistas de la novela, hubieran existido, estoy seguro de que hubieran optado por acceder a las profundidades de este valle a través de una chimenea cercana a la cueva de Pozalagua por la que se desciende a la citada torca, considerada la mayor sima de Europa y la segunda del mundo, de entre las que se conocen y se han topografiado, claro.
El acceso a esta sima no está recomendado en absoluto a menos que se acuda con un guía o se tengan conocimientos y experiencia en espeleología. Aunque nosotros no pudimos acceder a esta sima, sí que pudimos disfrutar de las historias que nos contaron sobre ella mientras visitábamos la cueva de Pozalagua. La torca debe su nombre a una leyenda que dice que un capitán carlista perseguido por los liberales prefirió arrojarse a la sima con su caballo antes de dejar que lo capturaran.
No obstante, cuando un equipo de espeleólogos accedió a la sima en 1958 y alcanzó la cota final de la torca a 355 metros de profundidad, no hallaron resto alguno del capitán carlista, y tampoco de su caballo. Se trataba de la segunda ocasión en la que se accedía oficialmente a esta cavidad. Un año antes habían descendido unos treinta metros y sondeado hasta una profundidad de 60 metros, dejando la exploración del resto de la sima para una mejor ocasión. Hicieron bien, pues a sus pies se encontraba una de las cavidades subterráneas más grandes del mundo.
La Gran Sala Jon Arana, de 500 metros de largo y 230 de ancho y una superficie de unos de 115.000 metros cuadrados, la convierte en la mayor sima de Europa y la segunda del mundo. Para que os hagáis una idea, en su interior podría entrar un Museo Guggenheim entero, e incluso varios de ellos. La sala debe su nombre a la primera persona que en 1958 pisó el suelo de la sima, a unos 154 metros de profundidad, tras un largo descenso de cinco horas. Desde entonces han sido numerosas las expediciones que se han adentrado en la Torca del Carlista, y cientos de personas han alcanzado el famoso Sifón Terminal, que está indicado por un sifón real de la marca «Gaseosa Cruz de Gorbea».
Pese a a que los cántabros la reclaman como «suya», no sin cierta razón porque la mayor parte de la cavidad se encuentra bajo tierras de Cantabria, el acceso de la Torca del Carlista está situado en Bizkaia, a unos 30 metros de la cueva de Pozalagua. Este hehco permite al visitante hacer una incursión a las profundidades del valle de Karrantza ya sea colgando de una cuerda o a través de una pasarela metálica con pasamanos.