Podréis decir que el paralelismo es exagerado, pero a falta de haber disfrutado de la experiencia de viajar en el famoso ferrocarril transiberiano, permitidme esta pequeña licencia bloguera. Tras un par de días disfrutando de la que se puede considerar la capital histórica de Polonia, nos dirigimos a la capital oficial, la política y administrativa. Para ello nos embarcamos en un viaje de tres horas en tren que nos llevó de Cracovia a Varsovia.
Aquel día habían anunciado una ciclogénesis explosiva que azotaría Polonia durante las siguientes jornadas. Acabábamos de entrar en en el mes de diciembre y pese a que el otoño estaba en sus últimos estertores, el invierno aporreaba con fuerza las puertas del norte de Europa. Varios vuelos habían sido cancelados, las temperaturas cayeron por debajo de los cero grados y se esperaban vientos huracanados acompañados de intensas nevadas.
El temporal causó finalmente 3 muertos en Polonia, así como varios heridos (algunos de ellos en una de las regiones que atravesó nuestro tren) y más de 100.000 personas se quedaron temporalmente sin electricidad. Si a las inclemencias del tiempo le sumamos que el territorio que atraviesa el ferrocarril entre Cracovia y Varsovia se me antojó prácticamente llano, no es de extrañar que por un momento me sintiera viajando en tren por la estepa siberiana. Un sueño que espero poder convertir algún día en realidad.
Polonia cuenta con una vasta red de ferrocarriles que conecta grandes ciudades y pequeñas localidades. El transporte de pasajeros de larga distancia está operado principalmente por PKP Intercity, que moviliza cada día cerca de 350 trenes. Esta empresa se creó en 2001 tras la división de la hasta entonces compañía ferroviaria estatal, aparentemente para cumplir con las exigencias de la Unión Europea.
Los servicios que ofrece la compañía se dividen en tres categorías principales. Por un lado está Twoje Linie Kolejowe (TLK), que quiere decir «Tu Línea Ferroviaria». Se trata de una denominación que sustituyó en 2010 a la original Tanie Linie Kolejowe (literalmente «Línea Ferroviaria Barata»), permitiendo mantener el acrónimo anterior.
La línea en la que nosotros viajamos de Cracovia a Varsovia cuenta con un estándar superior al TLK. Se trata del InterCity Express o Ekspres InterCity (EIC, por sus siglas en polaco). Antes de subir al tren nos habían advertido de que no se asemejaba al AVE, algo que yo personalmente agradezco. Además, he de decir que esta línea guarda cierto encanto y pese a no parecer muy moderno, es realmente confortable y llega a superar los 150 km/h.
Por último, cabe destacar el servicio de transporte internacional ofrecido por PKP. El Eurocity conecta las principales ciudades de Polonia con capitales europeas como Berlín, Viena, Praga, Budapest y Hamburgo. De hecho, uno de los bloggers que nos acompañó durante el viaje (David, de Flus Viajes) se había trasladado a Cracovia en uno de estos trenes procedente de Berlín.
Otro de los bloggers, Adri de Mola Viajar, había llegado a esta ciudad desde Lublin, al este del país. Y es que nuestro fantasioso periplo transiberiano se enmarcó dentro de un blogtrip en el que compartimos vagón y experiencias con Laura de Viaje al Atardecer, Helena de Mi Maleta y Yo, Carlos de Vagamundos, Javier de Lagarto Rojo, Víctor de Machbel y Rebeca de Debocados. La compañía polaca está inmersa actualmente en la renovación de su red de ferrocarriles, y prevé incorporar el año que viene 20 trenes de alta velocidad bajo la denominación InterCity Premium.
Siempre me ha gustado viajar en tren. Incluso en el Euskotren que recorre parte de la costa de Gipuzkoa para llegar a Bilbao en el sorprendente tiempo récord de 3 horas. El trayecto es de unos 100 kilómetros, pero el tren hace parada en casi todas las estaciones que se encuentra a su paso. El ferroviario no es un transporte para andar con prisas, claro está, pero permite de alguna manera mantenerte en contacto con el territorio que estás atravesando, observando parte de su paisaje mucho más de cerca que desde un avión.
También es cierto que en los últimos diez años he vivido a escasos cinco minutos a pie de la Estación del Norte de Donostia. Para mí es más cómodo coger un tren que me lleve a Madrid o a Barcelona frente a desplazarme hasta Bilbao para subirme a un avión. Pese a que el trayecto en tren a Madrid dura alrededor de 5 horas, compensa por varias razones. Si echas cuentas, desplazarse en bus a Bilbao con la antelación suficiente para embarcar en un avión, aguantar todos los controles, llegar a Barajas y moverse al centro no compensa. Me atrevería a decir, incluso, que iguala en tiempo al viaje en el Alvia.
Ni qué decir de la comodidad del tren frente al avión. Los asientos son más confortables, te puedes levantar, estirar las piernas o ver una película… Y lo que es más importante, el factor decisivo que hace que me decante por el tren: Existe el bar-cafetería, donde te puedes tomar un café o una cervecita, entre otras cosas. Evidentemente optar por el tren no es siempre posible, sobre todo en trayectos largos. Pero en los de media distancia no me queda ninguna duda.
Pues bien, al poco de acomodarnos en el vagón que nos correspondía comencé a recorrer, cámara en ristre, los compartimentos que separaban el nuestro del que albergaba la cafetería. Al igual que hago en el Alvia, me acerqué al bar, donde un señor de avanzada edad me atendió amablemente. Lástima que no mantuviera una conversación con él, porque tenía pinta de llevar sirviendo cafés desde la época soviética. A mi lado un hombre con cara de ruso respondía el teléfono mientras se tomaba un te detrás de otro, en lo que parecía una conversación sobre un importante negocio.
Entre Cracovia y Varsovia operan tanto los llamados TLK como los EIC. Yo hubiera preferido viajar en el primero, que parece tener mucha más solera y salero, y probablemente se pueda observar más de cerca la vida cotidiana de los ciudadanos polacos. Además, el billete es bastante más barato y si se escoge la conexión adecuada la duración del viaje es prácticamente la misma. Sin embargo, mi billete lo había pagado la Oficina de Turismo de Polonia y no tuve elección.
En mi recorrido por los vagones de nuestro tren no acerté a diferenciar claramente entre las categorías que se pueden contratar en el InterCity Express. El convoy estaba formado por variopintos vagones que lucían diferentes colores en su parte exterior. Aparentemente existen dos clases, lo que nosotros llamaríamos turista y preferente, pero la verdad es que yo encontré diferencias suficientes como para que existieran al menos tres tipos.
En uno de los vagones viajaba solamente un grupo de elegantes ejecutivos, todos vestidos de traje y corbata. Sus asientos no parecían muy diferentes a los nuestros, excepto por la tapicería. Un poco más adelante estaban los compartimentos, que parecían de una clase inferior, pero los aseos de unos y de otros no diferían demasiado, más allá del diseño y el color. Todos estaban muy limpios.
En mi consulta posterior a la web oficial del PKP he visto que existen diversas opciones a la hora de hacer la reserva. Dentro del servicio EIC se puede contratar primera y segunda clase, y en ambos casos el viajero puede optar por compartimentos o asientos corrientes. En primera el coste del viaje de Cracovia a Varsovia es de 165 zlotys (unos 41 euros), mientras que en segunda cuesta 127 (unos 31 euros). Nosotros viajamos en segunda. Nada que objetar.
En el caso del TKL la variedad es aún mayor, puesto que además de las dos clases, en la mayoría de ellos (sobre todo en los nocturnos) se puede optar por viajar en asiento, litera o coche-cama. El asiento de primera clase cuesta 98 zlotys (25 euros) y el de segunda 65 (16 euros). En este caso también se puede optar por viajar en compartimentos o en vagón abierto. Si se opta por viajar en litera, el coste es de 62 zlotys (15 €), aunque curiosamente por el mismo precio se puede seleccionar un compartimento de 4 o 6 personas, con ropa de cama o sin ella. Al menos en la web, no varía el precio.
Por otro lado, al intentar reservar el viaje en coche-cama a través de internet, aparecen la opción individual (98 zlotys), la doble y la de clase turista (ambos por 65 zlotys). En fin, que ni yo mismo me aclaro aún entre todas estas opciones. Lo que sí me queda claro es que dependiendo de si es una conexión directa (el EIC siempre lo es) o con transbordo (en el caso de algunos TLK), la duración del trayecto puede variar de 3 a casi 6 horas.
El trayecto ferroviario entre Cracovia y Varsovia atraviesa tres provincias polacas. La primera es la región o provincia de Malopolska (la Pequeña Polonia), cuya capital es la preciosa ciudad de Cracovia. Esta región alberga varios monumentos incluidos en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como el monasterio de Kalwaria Zebrzydowska, la mina de sal de Wieliczka o la ruta de las iglesias neogóticas de madera. Malopolska también es visitada porque en ella se encuentra el tristemente célebre campo de concentración y exterminio de Auschwitz.
La segunda región por la que transcurre el tren es la de Swietokrzyskie o Santa Cruz. Debe su nombre a la cadena de montañas del suroeste de la provincia. Se trata de una zona con una riqueza geológica importante, y en ella se encuentran también las llamadas Montañas de Pimienta (Góry Pieprzowe), que con sus 500 millones de años presumen de ser las más antiguas de Europa. La capital de la región, Kielce, es un museo geológico en sí mismo, con cuatro reservas geológicas entre las que destaca la de Kadzielnia. En la cercana localidad de Baltów se puede visitar también un parque jurásico que se conserva auténticas huellas de dinosaurio.
El viaje finaliza en la región de Mazowsze o Mazovia, la mayor provincia de Polonia y lugar de nacimiento de Fryderyk Chopin. Se trata de un antiguo principado estrechamente relacionado con el río Vístula, una importante vía de comercio que contribuyó a enriquecer Varsovia (capital de la provincia y del país) durante los siglos XV y XVI. Su casco antiguo, destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido a imagen y semejanza del original, también fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Aunque Varsovia es la joya de la corona turística de la región, Mazovia cuenta con un importante patrimonio natural, en el que destacan dos grandes bosques: La Selva Kurpiowska y la Selva Kampinoska (reserva de la biosfera). Dado que este artículo pretende ser un alegato en favor del tren como forma de transporte de los viajeros, no puedo menos que mencionar el Museo del Tren de Vías Estrechas ubicado en Sochaczew .
Al poco de llegar a Varsovia y apearnos en la Estación Central, fuimos recibidos por una nevada que en pocos minutos cubrió de blanco las calles de la ciudad. Nos esperaban un par de días de un frío intenso que invitaba a entrar en calor pateando sin descanso las calles de la capital, o en su defecto quedarse encerrados en una cafetería al calor de la calefacción. Nosotros optamos por la primera opción.
Curiosamente, coincidiendo con la tempestad que asoló el norte de Europa, durante nuestro viaje se celebró en Varsovia la Cumbre sobre el Clima de las Naciones Unidas. Como ocurre en casi todas las cumbres de este tipo, el encuentro finalizó con contribuciones pero sin compromisos para reducir la emisión de gases.