Minnesota es un estado norteamericano situado en lo que llaman el Medio Oeste, en la frontera con Canadá. Es un destino poco conocido entre nosotros desde el punto de vista turístico. Cuando tenía 16 años, en mi entorno era muy habitual que fuéramos acogidos durante varios meses en familias anglosajonas, para mejorar nuestro inglés. Muchos de mis amigos viajaron a EEUU, Irlanda y Reino Unido, principalmente, y convivieron con familias locales. A mí y a mis dos hermanas nos tocó vivir en Minnesota, un estado en el que es relativamente fácil ver auroras boreales en Estados Unidos. Fue un viaje que me marcó profundamente.
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Recuerdo cómo viajé en avión de Madrid a Newark, y de aquí a las ciudades gemenas Minneapolis-Saint Paul, the twin cities. Si hago memoria, me sorprende ahora la tranquilidad pasmosa con la que hice ese viaje siendo tan joven. Diría que hoy en día me pongo mucho más nervioso cuando voy a afrontar viajes, más sencillos que aquel. En fin, que el tiempo no pasa en vano.
He de admitir que tengo muy mala memoria en general. Pero también es cierto que hay detalles, momentos, olores y sensaciones que por alguna razón se marcan a fuego en la piel de mis recuerdos. Suelo decir que mi disco duro es muy selectivo: Borra algunos archivos para hacer sitio a otros. Y tengo la esperanza de recuperar muchos de los que están codificados en algún lugar de mi cerebro, quizá cuando sea un anciano… ;)
Era julio del año 1994 y recuerdo perfectamente un pasaje de la primera noche cuando llegué a la típica parcela estadounidense, una casa unifamiliar, con un extenso jardín y no menos amplio sótano, el mítico bassement de toda vivienda norteamericana. Minnesota es conocido también como la tierra de los 10.000 lagos, así que no es de extrañar si te encuentras con una manada de mosquitos que bien podrían pasar por miuras.
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Aquella noche me advirtieron sobre los «mosquiros», que es como ellos pronuncian la palabra. La verdad es que en la ikastola no nos habían enseñado este término, y me costó bastante entender de qué carajo me estaban hablando. Cuando me percaté de que aquello que pronunciaban era «mosquito», pensé que me estaban tomando el pelo, que a la llegada del adolescente vasco habían aprendido alguna palabra en español, y que aquella palabra era ni más ni menos que «mosquito». Al final resultó que en inglés americano «mosquito» es una acepción común. Y yo sin mi mosquitera…
Tina y Allan iban a ser durante dos meses mis padres adoptivos. Tina, quien luego vino al País Vasco, tenía entonces 27 años, y un hijo de 7 de evidente nombre bíblico: Josiah. Era una típica familia de clase media estadounidense, muy religiosa. Se puede decir que casi toda su vida social giraba entorno a la iglesia y las actividades que organizaban. Había incluso un Youth Group eclesiástico, que es donde encontré amigos de mi edad. Él trabajaba equipando unas ambulancias enormes, aparentemente mucho más modernas que las que yo acostumbraba a ver en Donostia.
Durante dos meses pude conocer la vida de una familia local humilde, su día a día, sus costumbres y sus problemas. Fue una experiencia única e irrepetible, que suelo recordar con cierta nostalgia. Se lo agradeceré eternamente tanto a mis padres como a la familia que me acogió con todo su cariño.
La familia hizo un esfuerzo enorme para llevarme a sitios y vivir experiencias que probablemente estaban por encima de sus posibilidades. Me llevaron de escapada en una furgoneta muy auténtica, visitamos el Lago Superior, acampamos al aire libre, vimos alces y lobos… Otro día contaré esas experiencias del Minnesota más salvaje. Pero hoy quiero hablar de algo que nunca llegue a ver. Las auroras boreales en Estados Unidos.
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Mi vida en Minnesota tuvo varios hitos porque, por lo demás, hacía una vida normal, cotidiana, que es lo que más me gusta de los viajes. Conocer un lugar desde ese punto de vista rutinario, como si fueras un habitante más. Fuimos a ver un partido de baseball de los Minnesota Twins, y de pronto me descubrí en pie en las gradas de un estadio, con la mano en el pecho izquierdo mientras sonaba «The Star Spangled Banner«, el himno nacional estadounidense.
Las referencias deportivas de Minnesota son los Minnesota Twins de béisbol, los Vikings de fútbol americano, los Timberwolves de baloncesto y los Wild de Hockey Hielo. El soccer, nuestro fútbol, era un deporte residual. Y yo, que soy un auténtico paquete, era un crack por aquellos lares… XD
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Nuestra casa estaba situada en Circle Pines, una típica urbanización residencial de las afueras de la capital, con su ordenamiento rectangular, sus iglesias, sus backyards y enormes coches Ford de ancho morro aparcados en las cocheras. Asistí a un concierto de christian rock, de un grupo que se llamaba igual que el hijo .El ocio y el entretenimiento giraba en torno al Mall of America, un centro comercial como los que ahora tenemos cerca de casa. Creo que en aquel momento era el más grande de todo EEUU. Hasta entonces, yo solo conocía grandes supermercados como Pryca o Mamut, o las superficies comerciales de Hendaia.
Hamburguesas, pizzas y burritos de Taco Bell se convirtieron en mi principal fuente de alimentación, hasta el punto que terminé pidiendo una especie de hamburguesa de pescado rebozado en el McDonalds, harto de las habituales cheesburger. Muy de vez en cuando salíamos a cenar a lo que ellos llamaban «restaurant», una hamburguesería típica con decoración de los años 60 en las que se servían quarter punders de verdad.
La familia pertenecía a una iglesia protestante y el alcohol estaba terminantemente prohibido. Saciábamos nuestra sed a base de Coca-Cola, Montain Dew, Cherry Coke y un zumo artificial concentrado que se mezclaba con agua, y que utilizaban también en misa a la hora de comulgar. Un zumo de uva que nunca llegué a probar, pese a la insistencia de los feligreses, dado que yo no he hecho la comunión, y no pienso hacerla. Lo que me costó explicarles que para entonces yo ya había hecho mis pinitos con el kalimotxo y los zuritos… Eran los inicios de mi época rebelde, con una melena que ha desaparecido del todo (cualitativa y cuantitativamente), pendientes y botas Dr Martens.
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Los domingos se acudía religiosamente a la Iglesia. Conocedores de mi educación laica, siempre me dieron la opción de hacer novillos. Pero los domingos desayunaban huevos fritos sobre una plancha embadurnada de mantequilla, siempre que te despertaras para ir a la Iglesia. Así que comí huevos fritos para desayunar todos los domingos. Además, tenía ganas de conocer su liturgia, muy normal y distendida, por cierto. Nada que ver con la Iglesia baptista a la que acudió mi hermana, durante el año que vivió allí mientras estudiaba en Centennial High School. Los míos no aplaudían mientras cantaban gospel, ni entraban en trance… Una pena. :D
Tina ejercía de ama de casa, pero se ganaba un extra como repartidora de periódicos. Se despertaba de madrugada, arrancaba ese enorme coche automático, y se recorría la urbanización de noche para entregar los periódicos en las puertas de las casas. Es el único lugar en el mundo en el que he conducido un coche. A finales de agosto la acompañé en su tour nocturno en varias ocasiones, con la esperanza de ver las auroras boreales en Estados Unidos de las que me habló mi hermana.
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En Minnesota es relativamente fácil ver auroras boreales. Este vídeo de Asociated Press muestra una enorme aurora boreal que iluminó la capital. Sin embargo, para cuando yo llegué la temporada alta había finalizado, y hasta bien entrado el otoño no se darían fenómenos con cierta intensidad. En invierno, la temperatura caen hasta los 50 grados bajo cero. Y según cuenta mi hermana, existe una auténtica ciudad subterránea para que la gente pueda salir de sus casas a hacer vida social y protegerse del gélido frío.
Ninguna de las noches en las que salí a repartir periódicos pude ver la aurora boreal. Pero pude perfeccionar mi lanzamiento de periódicos al más puro estilo de serie de televisión americana. Ahí queda eso.